"Ya le he dado mucho. Ya es demasiado". En un atisbo de lucidez o, quizá, porque está hasta el moño de la presión mediática y de su entorno, el caso es que la multimillonaria Liliane Bettencourt, de 87 años, ha revocado al fotógrafo François-Marie Banier (de 64) como su heredero universal. Esas han sido, de momento, sus últimas palabras. Un nuevo giro para el culebrón protagonizado por la mujer más rica de Francia, heredera del imperio L´Oréal, con una fortuna estimada en 17.000 millones de euros. Una trama de belleza (el filón de la empresa) y poder que ha animado el verano del país vecino con sus distintos capítulos.

En un argumento de los que hacen bueno lo de la realidad supera la ficción, no faltan odios familiares (madre-hija), favoritismos bajo sospecha (el fotógrafo) y enjuagues fiscales que han salpicado al mismísimo presidente francés, Nicolas Sarkozy.

MODIFICACION En el último capítulo, hecho público ayer, el abogado de Bettencourt, Georges Kietjman, precisó que la revocación del heredero data de mediados de julio, cuando se modificó el testamento que la anciana redactó el 11 de diciembre del 2007, en el que nombraba legatario al espabilado fotógrafo. Suprimido este, la casilla de beneficiario ha quedado en blanco.

Para próximos episodios resta la instrucción judicial en la que Banier está imputado por abusar de la debilidad de la anciana. Ella, obnubilada por sus encantos --"es muy culto, inteligente y con una gran sensibilidad", ha dicho-- le ha ido gratificando su tiempo y compañía con algún picasso, mondrian, matisse y otros caprichos que alcanzan los 1.000 millones de euros. Ante tal dechado de generosidad, la única hija de la heredera, Françoise Meyers-Bettencourt, sacó las uñas y denunció al artista: ha solicitado un peritaje médico judicial para demostrar que el estado de su madre --sorda y casi nonagenaria-- la hace particularmente vulnerable e influenciable. En este sentido, esta semana la llamada Orden de los Médicos de Francia pidió interrogar a los que tratan a la acaudalada viuda para determinar si han infringido la deontología profesional. Para valorar, pues, si hay buitres que la acechan.

Al embrollo emocional --madre e hija están a la greña y no se hablan-- se añade el estallido, la pasada primavera, del escándalo político-económico por la presunta evasión fiscal de Bettencourt que podría haberse cometido con la connivencia de la Administración francesa.

Como personajes principales de este capítulo aparecen el mayordomo, Pascal B. --que grabó clandestinamente las reuniones de la heredera con sus colaboradores--, y el actual ministro de Trabajo, Eric Woerth. Este ha negado insistentemente haber recibido dinero de la anciana, como tesorero del partido gubernamental, para financiar su campaña presidencial. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se vio obligado entonces a entrar en el serial para defender a su ministro. El culebrón L´Oréal le ha dejado la piel cuarteada.