La fatalidad ha perseguido a Guillaume Depardieu hasta el último momento. A los 37 años, el hijo de Gerard Depardieu, actor como su padre, falleció ayer en el hospital de Garches --periferia de París-- víctima de una fulminante neumonía. Francia llora la pérdida de un intérprete talentoso, excesivo, atormentado, hipersensible, carismático y muy querido por la profesión.

Aquejado de una neumonía provocada por un virus, Guillaume acababa de ser repatriado a Francia desde Rumanía, donde estaba finalizando un rodaje. La trayectoria de este actor no es de las que dejan indiferente. Hijo de una de las grandes leyendas de la escena francesa y de Elisabeth Depardieu, protagonizó una juventud rebelde, marcada por su amor a la velocidad, y su tendencia a la violencia, las drogas y el alcohol.

Muy joven, Guillaume empezó a trabajar en el cine al lado de su padre y de su hermana Julie, hoy una de las actrices más populares de Francia. En 1995, su prometedora carrera se vio truncada por un grave accidente de moto. Hospitalizado en el mismo centro donde ha fallecido, contrajo una infección que, tras 17 operaciones, acabó con la amputación de una pierna.

El actor no se recuperó nunca de las secuelas físicas y psicológicas del accidente. De carácter volcánico y conocido por sus exabruptos, sufría altibajos de ánimo que le llevaban de la euforia a la depresión. Muy próximo a su hermana Julie, Guillaume --que era padre de una niña-- mantenía una relación tempestuosa con su progenitor.

Con una veintena de películas a la espalda, el joven actor empezaba a construirse una carrera sólida, finalmente liberada del peso de su padre. Actualmente está en la cartelera francesa con el filme Versailles, de Pierre Schoeller. Destaca su papel en De la guerre, de Bertrand Bonello. En 1991 actuó por primera vez con su padre en Todas las mañanas del mundo , de Alain Corneau, y en 1996 obtuvo un César --los prestigiosos premios de la academia de cine francesa-- a la mejor promesa por Los aprendices, de Pierre Salvadori.

El mundo de la cultura lamentó anoche la pérdida de un actor "con una sensibilidad a flor de piel". "Era un artista y un poeta, la gente no lo sabe pero escribía cosas increíbles", manifestó su amigo Vincent Pérez. Su faceta de escritor y compositor estaba a punto de salir a la luz.

EL JAMES DEAN FRANCES "Francia pierde una personalidad que ha dado mucho al cine", dijo la ministra de cultura, Christine Albanel. La realizadora Josée Dayan no dudó en definirle como "el actor más dotado de su generación". "Le quería infinitamente, era un tipo formidable, un inmenso actor", añadió. Una trayectoria y una personalidad desgarrada que le han convertido un poco en el James Dean francés.