Irak se precipita hacia la guerra civil. Los asesinatos y atentados sectarios volvieron a teñir ayer de sangre el país, en una jornada que se saldó con al menos 30 muertos. "Estamos al borde del precipicio", advirtió el presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani. El primer ministro, el chií Nuri al Maliki, a la cabeza de un Gobierno de unidad nacional, prometió acabar con "el terrorismo y con todos los que se oponen al proceso político".

Miembros del Frente del Acuerdo Iraquí, la principal coalición parlamentaria suní, pidieron ayer al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el envío urgente de una fuerza de paz al país, ante la incapacidad de las "fuerzas de ocupación" para proteger a la población iraquí. El consejero de Seguridad Nacional, Wafiq al Samaraie, fue claro al afirmar que el país está "a las puertas de la guerra civil" y al exigir que se tomen medidas excepcionales para frenar el ajuste de cuentas entre sunís y chiís.

Gran parte de los atentados de ayer fueron perpetrados en Bagdad, a pesar de que la seguridad en la capital iraquí ha sido reforzada. Los más mortíferos tuvieron lugar en dos barrios vecinos a Ciudad Sadr, el distrito chií feudo del Ejército del Mehdi que dirige el clérigo radical Moktada al Sadr. Un coche bomba estalló junto a un local telefónico de Yamila y pocos minutos después se registró otra explosión, esta vez en el barrio de Talbiya, provocada por un suicida o un proyectil de mortero, a tan solo 200 metros del primero. Los ataques se saldaron con más de 10 muertos y decenas de heridos.

En otro acto de violencia sectaria, unos desconocidos emboscaron un autobús en el barrio suní de Amariyah y mataron a tiros a seis pasajeros, entre ellos una mujer. En el conflictivo distrito de Dora, de mayoría suní, hubo combates entre milicianos chiís, fuerzas de seguridad y vecinos. Algunas fuentes afirmaron que seis milicianos murieron mientras que siete resultaron heridos.

También en Bagdad tres policías fueron asesinados y otras tres personas fallecieron al estallar una bomba frente a un banco. En la ciudad petrolera de Kirkuk, en el norte del país, un camión bomba saltó por los aires frente a la sede de la Unión Patriótica del Kurdistán, el partido de Talabani. Murieron 5 personas y hubo 12 heridos.

La situación parece estar fuera de control tras el brutal asesinato el domingo de más de 40 civiles sunís del barrio de Jihad, al este de la capital. Moktada al Sadr, a quien los sunís responsabilizan de la espiral de violencia sectaria, hizo un llamamiento a la calma y pidió la unidad de los iraquís para luchar por un "Irak independiente y estable".

El portavoz de las tropas de EEUU, William Caldwell, declaró que el mando estadounidense luchará "decididamente" contra "las milicias ilegales".

JUICIO SUSPENDIDO Mientras, Sadam Husein y cinco de los siete inculpados en el juicio contra el dictador optaron ayer por no presentarse ante el tribunal iraquí que les juzga por la matanza de civiles chiís en la localidad de Duyail en 1982. Ayer estaba previsto que la defensa continuase con las alegaciones finales. Pero los letrados de los acusados notificaron al tribunal su decisión de boicotear el proceso.