En pleno centro de Mérida numerosos establecimientos han comenzado a hacer frente a los meses de verano. Entre ellos se encuentran los de la calle Sagasta, una vía bastante transitada por albergar monumentos turísticos como el Foro Romano o el Templo de Diana. "Son elementos importantes a la hora de atraer a la clientela", explica Angélica De Paula, camarera en El Alfarero, aunque este año no lo suficiente. Recoge también que durante los meses estivales el negocio hostelero se basa prácticamente en las terrazas, y debido a que la calle no es peatonal influye en la disminución de clientes: "El turismo no va con la misma seguridad por la calle si hay tanto tránsito de vehículos".

Además de las características de la vía, la situación económica general también está presente a la hora del aumento o disminución del volúmen de negocio. Un aspecto que ha cambiado es la manera de consumir, ya que "mientras otros años se quedaban a comer en el restaurante, ahora la gente viene a gastarse lo mínimo", dice la encargada.

Esta situación también le resulta familiar a Agapito Mateos, el dueño de Altea Artesanía, quien ha notado la bajada este mes de julio, porque "otros años ha empezado a arrancar antes". En términos generales ambos comerciantes afirman que aunque continúa habiendo clientela y turismo ha disminuido bastante en comparación con el año pasado. Otro aspecto que consideran relevante para la mejora de la situación es la adecuación de la calle a las necesidades de los turistas. "Siendo Mérida tan calurosa no es normal que no haya toldos, ni sistemas de microclima que refresquen el ambiente en esta calle", se queja Agapito Mateos, además de sorprenderle que el ayuntamiento no se haya centrado en potenciar la zona.

Justo en el otro extremo de Altea Artesanía, al final de la vía Sagasta, se encuentra una tienda diferente que también está haciendo frente al verano. Pussycat, boutique erótica ha notado un pequeño repunte en los meses de junio y julio con respecto a mayo, asegura la encargada Esther Calvo, quien a su vez coincide con las declaraciones anteriores porque en "la zona al ser tan céntrica y turística aumenta el número de clientes". A pesar de las ventajas que supone tener un establecimiento en el centro, los comerciantes reconocen que el tema del aparcamiento es un problema que condiciona el tratamiento al consumidor. La encargada de la boutique sostiene que "desde la implantación de la zona azul, las compras se llevan a cabo más deprisa. Les atendemos rápidamente sin pararnos a explicar".