La polémica suscitada tras el anuncio de creación de un complejo residencial y de ocio en una isla del embalse de Valdecañas ha unido a los vecinos de El Gordo y Berrocalejo en una causa común que pasa por solicitar el inicio inmediato de las obras.

La Junta, la empresa Marina Isla de Valdecañas SA (promotora del proyecto) y los municipios de la comarca van de la mano en una iniciativa que, según sostienen, generará empleo estable y contribuirá al desarrollo económico y social de la zona. Frente a ellos se encuentran las tesis que defienden varios grupos ecologistas, convencidos de que es un proyecto que destruirá el territorio.

Bautista Sánchez, alcalde de El Gordo, ve en el complejo una salida a la crisis por la que atraviesa su pueblo. "Tengo 30 obreros que están pasando necesidades y no los puedo dar trabajo y otros tienen que ir a Madrid, Talavera o Navalmoral en busca de un empleo", relata. El alcalde ilustra su afirmación con un ejemplo: en el año 1956, El Gordo tenía 2000 habitantes y ahora apenas llega a 300. Valdecañas anegó las tierras productivas de toda una comarca que se vio obligada a emigrar y cree que ahora ha llegado el momento de que el embalse dé algo a cambio.

"Dos de mis hijos están trabajando en Madrid porque aquí no hay nada y ahora que puede venir algo bueno se meten en medio los ecologistas", lamenta Bautista Sánchez, quien recuerda que en defensa del proyecto, además de los promotores, se encuentra la Mancomunidad Integral de Municipios del Campo Arañuelo, que agrupa a 20 pueblos de la comarca.

La opinión de los vecinos es unánime y choca con la de los ecologistas. Esmeralda, una funcionaria del Ayuntamiento de Berrocalejo, pide que "el proyecto se haga porque es desarrollo y porque este pueblo se muere". Berrocalejo tiene 110 habitantes según su alcalde, Evelio García, quien se muestra optimista y también pone como referencia el año 1956 para comparar: en aquella fecha tenía censados 1.175 vecinos.

"El proyecto de la isla de Valdecañas es la vida de mi pueblo", sostiene el alcalde, convencido de que "creará puestos de trabajo de forma permanente". Para el alcalde de Berrocalejo, la isla no encierra ningún interés ecológico sino "eucaliptos que fueron plantados en el año 1963 y que destruyen la tierra".

En El Gordo y Berrocalejo resulta difícil encontrar una voz discrepante que rechace el proyecto, salvo la de un nutrido grupo de ecologistas que la pasada semana organizó una visita a la zona. José María González Mazón, presidente de Adenex, comprobó la postura de los vecinos cuando el propietario de un bar se negó a que colocase en su interior un cartel informativo sobre la charla que se organizó para debatir sobre las ventajas e inconvenientes del complejo.

"Cada alcalde tiene un proyecto encima de la mesa", afirma el presidente de Adenex, convencido de que todo obedece a un interés de los promotores por vender chalets. Rechazan que el proyecto se levante en una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y sostiene que contribuirá al "caos urbanístico y constructivo" tan criticado en las costas españolas.

Los terrenos afectados ya han sido reclasificados y el proyecto se encuentra sometido a información pública por un período de treinta días.