Cada niño menor de catorce años al que le sea diagnosticada una diabetes tendrá que desplazarse al hospital de Cáceres, donde deberá ingresar del orden de una semana con los inconvenientes añadidos que supone para la familia. De momento esta situación itinerante le afecta ya al medio centenar de niños que está en tratamiento en el hospital placentino porque el único pediatra especializado en endocrinología con que contaban abandonó el centro el mes pasado y empezó a recortar el cupo hace tres.

En realidad ni siquiera existe la plaza y es que el doctor Carlos Feito cubrió esta necesidad durante la friolera de quince años porque entonces ofreció a la dirección del centro la posibilidad de aprovechar su experiencia en endocrinología pediátrica después de años de servicio en el hospital Doce de Octubre de Madrid.

LA UNIDAD DE DIABETES, EN COLA

Sin embargo, nunca vio incentivada su labor y ha acabado por marcharse aunque con el reconocimiento de la Asociación Cultural de Diabéticos de Plasencia y las comarcas, que celebra estos días su X Semana Cultural.

Por eso la contratación de un pediatra especialista que evite los desplazamientos a Cáceres se ha convertido en su reivindicación más acuciante. "Si ya de por sí es un palo cuando te dicen que tu hijo se va a tener que pinchar de por vida, tener que estar yendo y viniendo es una complicación porque es fundamental tener próximo al médico y a Carlos Feito tenemos mucho que agradecerle", según indicó ayer el presidente, Rafael Fernández.

Así se lo han hecho saber ya a la dirección del hospital. "Pero nos han pedido que seamos nosotros los que busquemos al especialista porque no hay muchos y creemos que eso lo tienen que hacer ellos". Mientras ayer fue imposible recabar información por parte del centro.

Ello se une a la más vieja reivindicación del colectivo como es la apertura de una unidad hospitalaria de diabetes. Las anteriores direcciones siempre han justificado su negativa en que no hay un cupo suficiente de población diabética. Sobre lo que discrepa la asociación. "Se calcula que un seis o siete por ciento de la población lo es y si por cada 50.000 habitantes se necesita un endocrino, aquí necesitaríamos tres para abarcar toda la zona de influencia".