Cáncer de piel, cataratas, más patologías alérgicas, más problemas renales, incremento de la mortalidad y un aumento de las enfermedades infecciosas transmitidas a través de roedores y otros animales. Son algunos de los riesgos a los que se exponen los extremeños ante los trastornos del clima que la Junta prevé que sufrirá la región en los próximos 60 años y que recoge en el Mapa de Impactos del Cambio Climático en Extremadura.

El informe fue presentado ayer por la directora general de Evaluación y Calidad Ambiental, María Pérez, que explicó que este documento recoge por sectores las consecuencias que el cambio climático podría acarrear a la región, convirtiéndose así en la base sobre la que deberán asentarse las medidas enmarcadas en la Estrategia de Lucha Contra el Cambio Climático 2009-2012. Lucha que a partir de ahora, se centrará en minimizar esos efectos.

En la evaluación del sector de la salud, las conclusiones del informe regional arrojan que un incremento de las temperaturas podría traducirse en una mayor frecuencia de problemas renales ya que en los climas más cálidos, al sudar más y orinar menos, la acumulación de sales en el riñón es más frecuente; también un aumento de las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores y roedores, puesto que las alteraciones climatológicas pueden hacer que proliferen nuevas especies que antes no habitaban la región.

Asimismo, el aumento de la radiación ultravioleta provocaría más riesgo de padecer cáncer de piel y cataratas y serían más frecuentes los periodos de estrés. Con respecto a la variación en el ciclo de precipitaciones, sería notable un incremento y agravio de las patologías alérgicas, por incidir la lluvia en la capacidad alergénica del polen o el moho. Sin embargo, disminuirían las enfermedades transmitidas por parásitos acuáticos y las muertes producidas por el frío.

SECTOR AGRICOLA Y ENERGIA Según explicó Pérez, el estudio no solo se centra en saber qué pasaría en el ámbito sanitario, sino que también se refiere a otros sectores clave para Extremadura, como la agricultura, la ganadería, los bosques, los recursos hídricos, la energía o el turismo. Con respecto a la primera, la directora general explicó que se prevén cambios en la duración de los ciclos de cultivo y en el proceso de fotosíntesis de las plantas, aunque no quiso aventurar qué cultivos estarían condenados a desaparecer.

En la ganadería, destaca una modificación en las pautas de ingestión de los animales, mayor frecuencia de plagas y de enfermedades, una variación en las pautas de pastoreo y puesta de huevos y un aumento del estrés animal que repercutiría en su forma de reproducción. Situaciones extremas que podrían darse en cualquier parte del mundo y ante las que la Junta ya prevé una necesidad de inversión adicional.

Con respecto al sector de la Energía, el estudio señala que un incremento de las temperaturas supondría el aumento de la demanda en el verano y un descenso en los inviernos, así como cortes más frecuentes en el suministro. La variación de las precipitaciones traería en este caso un descenso de la producción y