Editorial

La energía como acelerante de la revolución industrial pendiente en Extremadura

El desafío es que esa energía que se produce tenga repercusión directa en la población extremeña

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Extremadura se enfrenta a un momento decisivo para su futuro social y económico, lo que exige que todas las instituciones y agentes sociales estén a la altura que ese objetivo requiere. Hay importantes proyectos sobre la mesa, la mayoría ligados a la producción eléctrica de renovables en la que la comunidad es líder. La comunidad ha emprendido el camino y no cabe vuelta atrás, pero el avance requiere de otras medidas que implementen y hagan realidad esa Extremadura próspera que la aleje de las peores estadísticas económicas y demográficas. Así se puso de manifiesto en la jornada sobre Energía y Desarrollo Industrial que centró la tercera edición de Futuribles, un foro de debate de especial relevancia promovido por EL PERIÓDICO EXTREMADURA y Prensa Ibérica, grupo editorial al que pertenece.

Los expertos, empresarios y profesionales concluyeron que había llegado la hora de exigir en una tierra que sí, lo tiene todo, sol y agua en abundancia que aseguran esa producción energética sostenible en la única comunidad autónoma que no emite gases de efecto invernadero, pero a la que le faltan vectores decisivos para encarrilar el porvenir. Porque de lo que se trata es de que Extremadura, sobre la que han puesto ya sus ojos los inversores más avezados, resulte aún más atractiva, que su sociedad se crea el nuevo papel que le pone al alcance el presente y que reclame lo que en justicia le pertenece para jugar en las mismas condiciones que lo hacen otros territorios que, hasta ahora, han marcado el compás del desarrollo.

El desafío es que toda esa energía que se produce en el territorio tenga repercusión directa entre la población extremeña. Que, como acertadamente se apuntó en la jornada, Extremadura pase de «cortijo» donde se genera la electricidad a ser capaz de protagonizar su propia revolución industrial, convirtiéndose en referente para todo un continente europeo del que la globalización desterró el sistema productivo, hasta hacerla dependiente de países como China en la producción asociada a la tecnología.

No es una utopía, es una realidad que tenemos a mano si se actúa adecuadamente. Y para que llegue esa industrialización de nueva era que encarnan, por ejemplo, los grandes centros de datos, se necesita suelo industrial debidamente equipado con un suministro eléctrico que debe redimensionarse por parte de Red Eléctrica, de tal forma que resulte más rentable ubicarse cerca de los grandes centros productores de energía, porque la oferta sería la de un suelo barato, frente a Madrid o Barcelona, pero debidamente equipado, competitivo. Ese sería el primer paso para que los inversores vieran, definitivamente, Extremadura como tierra de oportunidades. Y no solo por parte de los grandes grupos o las multinacionales. El progreso extremeño necesita también el concurso de las pymes y de los autónomos, cuyo peso en el PIB de la comunidad, pero sobre todo en el empleo, al igual que en el resto de España, sigue siendo determinante.

Otra reivindicación escuchada este pasado jueves en el foro Futuribles guarda relación con la adopción de una política energética clara y uniforme, una apuesta de Estado con el acuerdo de las demás administraciones. Las instituciones tienen la obligación de facilitar la actividad económica y eso incluye otra demanda histórica: la agilización burocrática. Cumplir escrupulosamente los requisitos urbanísticos o medioambientales debe ser compatible con una administración ágil. De eso depende, muchas veces, la creación de los ansiados puestos de trabajo que fijan población.

Y un pilar básico, en fin, es formar mano de obra especializada, además de retener el talento joven que, cada año, sale de la universidad extremeña. Ingenieros cuyas titulaciones se encuentran entre las más valoradas por el ranking internacional de Sanghai. Si bien la nueva industria necesita, además, otras especialidades que exigen un canal de comunicación constante entre los centros formativos y las empresas para que la oferta se ajuste a lo que se demanda.

Todos estos puntos forman parte del camino hacia el nuevo futuro de Extremadura, un sendero con parte aún por recorrer, pero en el que cabe avanzar con paso firme hacia la transformación de la región.

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