La negociación de los presupuestos del ayuntamiento para 2019 entra en su semana decisiva. Es la previa a la celebración del pleno ordinario del 20 de diciembre, en el que se votará la cuenta general del consistorio y por tanto de la ciudad. No se ha hecho público ningún movimiento de la oposición o del gobierno que anticipe un acuerdo. El dictamen a favor del presupuesto en la comisión informativa de Economía y Hacienda celebrada el 26 de noviembre apenas significó nada, ya que enseguida desde los grupos municipales del PSOE y de Ciudadanos se aclaró que su abstención en este órgano no se podía interpretar como un respaldo a los números presentados por el gobierno municipal (PP) de cara a su votación en el pleno.

Si se llega al pleno sin un acuerdo y no se aprueban los presupuestos, no solo perderá el gobierno municipal, también lo harán los grupos de la oposición. Nadie gana con un presupuesto sin aprobar.

Un acuerdo necesita de la flexibilidad y prudencia del gobierno local. No venderlo como un éxito exclusivo de su gestión. Y es una oportunidad para los grupos de la oposición de poner su huella en las cuentas. Se echa en falta más capacidad de negociación.

En 2016 el acuerdo surgió de la improvisación, de una enmienda presentada por el PSOE que fue una oportunidad que el gobierno supo aprovechar. La introducción de esa enmienda en los presupuestos permitió que el reparto de las subvenciones fuese más justo, eliminó las aportaciones directas, aunque con el tiempo se ha vuelto al mismo modelo.

En 2018 fue Cs el que presentó una bajada en el IBI como resultado del acuerdo que alcanzó con el gobierno. Hay una condición que Cs puso hace un año y que aún no se ha cumplido, ni se cumplirá pese a muchas mociones que se aprueben por el pleno. Se trata del adecentamiento de fachadas de inmuebles del centro y del casco viejo. Acuerdos sin dotación específica en el presupuesto, con deducciones en el IBI o con ayudas directas, son irrealizables, bien porque los propietarios no tienen medios pese a los múltiples requerimientos que haga el ayuntamiento o porque éste carece de recursos para ejecuciones subsidiarias.

Aunque los presupuestos están condicionados por la regla de gasto, que pone límites a su crecimiento, hay margen, pese a ser pequeño, para variar propuestas y realizar aportaciones distintas a las hechas por el gobierno. Los compromisos se tienen que materializar en partidas concretas en las cuentas. Acuerdos anteriores vinculados a la gestión, que ayudaron a agilizar la adjudicación de la revisión del plan especial o la realización de auditorías, no tienen sentido a cinco meses para acabar la legislatura y su cumplimiento siempre quedará en el aire, como el cambio del modelo de adjudicación de los módulos de las casetas del ferial.

Queda semana y media para saber si el gobierno va a presumir de tener otro presupuesto aprobado y para conocer si la oposición deja de pasar la oportunidad de hacer cambios y aportaciones.