La primavera en Cáceres se vive como una explosión de los sentidos y es una de las mejores épocas para conocer esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Cáceres espera eternamente al viajero, y lo hace tranquila y relajada, ofreciendo un espacio sin masificaciones donde la distancia social que tanto se exige estos días está asegurada. Es el plan perfecto.

Cáceres es legendaria y monumental, remanso de piedra y luz. Ofrece su arquitectura e historia a cada paso, en una combinación perfecta de piedra y luminosidad. Palacios, casas señoriales, iglesias, ermitas y conventos están esperando al caminante para permitirle un viaje de dos mil años muy cercano y accesible. Conocer una ciudad de estas características sin prisas y perderse en sus calles, plazuelas, callejones misteriosos, está al alcance de todos sin excepción.

La luz. Ese es otro de los atractivos. La primavera es proclive a cielos despejados durante la mañana. Por la noche, la ciudad se transforma en un refugio pensado para los románticos gracias a una iluminación de la ciudad monumental que la llena de encanto telúrico.

Pero si el caminante busca naturaleza, también la encontrará en esta ciudad hecha a medida del hombre, donde se llega andando a casi todos lados. Cáceres está siempre a dos pasos de ti.

Parque del Príncipe, uno de los pulmones verdes de la ciudad.

El verdor recibe al visitante mientras camina, corre o pedalea por ella. Cáceres es una ciudad llena de espacios verdes, remanso perfecto de las emociones del viaje. El Parque del Príncipe, el Parque del Rodeo, la Ribera del Marco, o incluso el Centro de Interpretación de La Cueva de Maltravieso ofrecen en esta época del año un verdor inusitado e invitan al descanso bajo el sol en una temperatura ideal. Si, además, el viajero es amante de los pájaros, Cáceres, ciudad de las aves, colmará sus ojos con cigüeñas, cernícalos primilla, mirlos y alguna rapaz. De hecho, alberga tres Zonas de Especial Protección para las Aves. Y a dos pasos están el Parque Nacional de Monfragüe, la Sierra de San Pedro o el Tajo Internacional.

Este año no habrá saetas, pero sí habrá sentimiento. No habrá ‘quejío’, pero sí mucha devoción. No habrá procesiones ni olor a incienso, pero seguirá palpable el misterio en cada piedra centenaria. Cáceres vive su Semana Santa, Fiesta de Interés Turístico Internacional. La ciudad monumental no estará a rebosar de público en sus madrugadas sobrecogedoras, pero se revivirá la Pasión y Resurrección de Cristo en un formato más íntimo, y quizá mucho más cercano a su espíritu primigenio. Será una oportunidad única para descubrir una ciudad que, además de albergar obras maestras de la imaginería, acaba de inaugurar el nuevo Museo Helga de Alvear, la mayor colección de arte contemporáneo de Europa. Arte del pasado y nuevas tendencias del futuro se dan la mano en una ciudad con una oferta gastronómica que nunca defrauda. Si a eso le unimos los precios razonables de los establecimientos hoteleros, con más de 3.600 plazas de alojamiento, las rigurosas medidas sanitarias y un conjunto monumental declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, el resultado está claro: Hay que conocer Cáceres sin excusas.

Cristo Negro de Cáceres, una de las imágenes que despierta más devoción.

La Semana Santa de Cáceres es una fusión perfecta entre la sobriedad castellana y la vistosidad de los pasos andaluces, o representaciones de escenas de la pasión de Jesucristo. Hay más de 45 pasos, la mayoría del siglo XVII, e incluso de siglos anteriores. De hecho, cuatro de ellos están considerados cuatro auténticas ‘joyas góticas’, del siglo XIV. Ninguna de ellas saldrá en procesión este 2021. Sin embargo, los viajeros y cofrades podrán visitarlas en sus templos. Sin prisas, sin aceleración, en una muestra del más puro turismo slow. Tan solo un dato: el Cristo Negro, una talla gótica sobrecogedora realizada en madera africana, es la imagen más venerada, con una historia envuelta en el misterio y la leyenda de milagros pretéritos.

La Unión de Cofradías Penitenciales de Cáceres ha decidido que, aunque no se celebren las estaciones de penitencia, nadie se prive de poder rezar a sus imágenes devocionales. Los templos de la ciudad estarán abiertos y, con respeto y silencio, pueden visitarse para descubrir sus tesoros. Incluso existe un centro de divulgación de la Semana Santa en la Cuesta de la Compañía, perfecto para una primera toma de contacto del viajero.

En la Semana Santa de Cáceres tan importante es continente como contenido. Sus desfiles procesionales discurren por la ciudad monumental, o ciudad vieja, un verdadero museo al aire libre. Está considerado el Tercer Conjunto Monumental de Europa, después de Praga y Tallin. De ella se han escrito y escribirán ríos de tinta alabando su perfecto estado de conservación. Plaza Mayor, Torre de Bujaco, Arco de la Estrella, plaza de Santa María, iglesia de la Preciosa Sangre, plaza de San Jorge, plaza de San Mateo… son solo algunos de los muchos hitos en los que el viajero puede hacer un alto para extasiarse con sus recoletos misterios.

En Cáceres es posible comer con unas vistas privilegiadas a la ciudad monumental.

Tras perderse en el laberinto de piedra de la ciudad monumental el turista pronto sentirá la urgente llamada del avituallamiento. Está de suerte. En Cáceres comer es una auténtica experiencia en cualquiera de sus establecimientos y si se puede hacer al aire libre, mucho mejor. No en vano en 2015 fue Capital Española de la Gastronomía, reconocimiento que se refrenda con la excelente calidad de sus profesionales de la hostelería, algunos de ellos con fama internacional. En cualquiera de sus bares y restaurantes el turista será atendido con mimo, profesionalidad y sin temor a sablazos. En cuanto a recomendaciones, lo mejor para no equivocarse es decantarse por el jamón ibérico de bellota y, si se desea, probar las exquisiteces locales: patatera, zorongollo, Torta del Casar, cochifrito, migas, chanfainas, tencas, pestorejo o caldereta. En esta época del año es temporada de setas. Pregunte al chef y seguro que tendrá en carta algún plato de boletus. Si se quiere llevar a casa alguna de estas joyas gastronómicas el centro de la ciudad está repleto de establecimientos especializados.

Es Cáceres también una ciudad que esconde en sus conventos de Jerónimas y San Pablo repostería tradicional realizada por monjas en sus obradores, dulces que pueden ser el mejor regalo para obsequiar a los amigos y familia.

Una pareja de turistas, en la plaza Mayor de Cáceres, disfruta de unas tapas.

Casi en plena ciudad monumental, el Museo de Helga de AlvearMuseo de Helga de Alvea, inaugurado hace breves fechas por los Reyes de España, se ha convertido nada más nacer en un referente mundial del arte contemporáneo, al albergar obras de artistas de la talla de Olafur Eliasson, Pablo Picasso, Louise Bourgeois, Wassily Kandinsky, Helena Almeida o Ai Weiwei, entre otros muchos. Este nuevo centro contiene 200 de las 3.000 obras de la colección de la galerista alemana, algunas de ellas de gran formato y difícil montaje. El edificio también es una obra arquitectónica de gran relevancia. Sus 5.000 metros cuadrados ha sido concebidos como unión entre las calles Pizarro y Camino Llano, entre la ciudad antigua y el ensanche cacereño. El horario de visita hasta el 31 de mayo de martes a sábado es de 10 a 14.00 horas y de 17 a 20.00 horas y las entradas hay que reservarlas en la web del museo. Su capacidad es de 360 visitantes al día en pases cada quince minutos.

Interior del nuevo Museo de Helga de Alvear.

También las obras de la galerista pueden verse en la calle. Una exposición titulada 'Helga de Alvear y Cáceres', compuesta por instalaciones de Pello Irazu, Rui Chafes, Susana Solano, Montserrat Soto y José Damasceno que la coleccionista adquirió en Cáceres entre 2000 y 2008, puede visitarse en espacios clave de la ciudad monumental. Pasado y futuro vuelven a darse la mano en Cáceres en una sorprendente apuesta por la creación artística.

Porque Cáceres es un equilibrado binomio entre patrimonio histórico y arte contemporáneo, donde abundan galerías y exhibiciones de arte al aire libre, o en espacios interiores con todas las medidas sanitarias. Una recomendación: no hay que perderse el aljibe del museo de la ciudad.

Y de noche, las luces de la ciudad monumental, serán la mágica despedida de unas jornadas que quedarán marcadas a fuego en la memoria de cualquier trotamundos que se precie.