Con los ‘agujeros’ económicos del covid aún presentes en las cuentas de muchos establecimientos, la subida de los materiales a causa de las carencias del mercado internacional, el aumento de la luz y algunas alarmas que siguen frenando el gasto del público, con todo y pese a todo, la hostelería cacereña se ve obligada a realizar un nuevo desembolso para intentar atraer, o al menos retener, al público en los próximos meses. Numerosos negocios están invirtiendo en la adaptación de sus terrazas con módulos que suavizan las inclemencias meteorológicas y permiten a la clientela continuar tomando la caña o el café en el exterior. Porque ocho de cada diez cacereños se siguen resistiendo este otoño a entrar al bar y buscan hueco en unos veladores que son los que han permitido recuperar a múltiples trabajadores del ERTE.

Habilitar una terraza media (diez mesas) con mamparas de separación y protección, sombrillas resistentes a una lluvia débil y un par de estufas, supone en torno a 6.000 euros. Los módulos más cerrados van subiendo de precio. Aun así, los hosteleros consultados explican que no hay más opción que invertir porque las barras siguen prácticamente vacías y se juegan no tener ingresos en los próximos meses. Es cierto que la gente va perdiendo el miedo al covid, y que la llegada del frío animará a algunos a regresar al interior del bar, pero muchos profesionales del sector sospechan que la costumbre de la terraza ha llegado para quedarse, máxime en una ciudad como Cáceres donde, salvo los tres meses de puro invierno, los veladores resultan agradables.

Si hay una zona con abundancia de terrazas es la avenida Virgen de la Montaña. En su bulevar central, en una zona próxima a Colón, la cervecería bocatería ‘13 de junio’ acaba de acondicionar su espacio exterior. Ha organizado las diez mesas en cuatro habitáculos delimitados y protegidos con mamparas de metal y cristal, provistas de ruedas. Uno de estos paneles es plegable, lo que permite ampliarlo en caso de grupos, o reducirlo. Las sombrillas resguardan incluso de una lluvia suave. «No se trata de una estructura cerrada, he preferido esta opción que me parece mejor para el público. Por eso vamos a incorporar dos estufas que harán más agradable el ambiente en los días fríos», explica Adrián Alcalá, su propietario.

«Nos ha dado la vida»

Este emprendedor de 33 años se quedó con el establecimiento en plena pandemia. «El primer invierno fue muy duro porque dentro tenemos poco espacio y las restricciones nos perjudicaban mucho. Nada más abrir nos prohibieron la barra. Luego la terraza nos ha dado la vida, pero al llegar el invierno entendemos que no podemos tener las mesas a la intemperie y nos hemos arriesgado con esta inversión. Creo que merecerá la pena», reflexiona Adrián.

Los hosteleros coinciden en que, salvo los días de lluvia, los veladores dan siempre juego con más o menos bufandas y abrigos. Tampoco hay muchas opciones. «Antes era impensable hacer esta inversión para una terraza en invierno, pero el covid ha cambiado algunas costumbres y, con miedo o sin miedo, la gente ahora prioriza el exterior. Tú eliges: o inviertes y evolucionas, o te arriesgas a cerrar», argumenta Adrián.

«Antes era impensable este gasto para el frío, pero el covid ha cambiado las costumbres»

Adrián Alcalá - Cervecería ‘13 de junio’

En la misma avenida, junto a la Fuente Luminosa, el mítico ‘Café Bar Zeppelin’ ha montado una terraza que ha atraído todas las miradas y también sucesivos agradecimientos para el negocio. Se trata de una estructura a base de paneles sujetos por maceteros de tierra, y un toldo móvil, que frenan el viento y permiten una estancia más cómoda. «La gente sigue sin entrar en los locales. Si hay buenas condiciones se quedan fuera, y si tenemos algo de público en el interior porque el día no amanece bueno, prefieren marcharse y prescindir de su café o su cerveza», señala el gerente de Zeppelín, Carlos Rodríguez.

Un paseo por la avenida de la Montaña en una mediodía lluviosa así lo evidencia. Las terrazas están mojadas, y en el interior de los bares no hay prácticamente nadie, cuando las cañas y los pinchos deberían estar bullendo a las dos de la tarde. «Necesitamos la terraza para sobrevivir, la gente prefiere un poco de frío a entrar dentro, posiblemente esa costumbre haya llegado para quedarse, por eso hemos invertido en adecuarla», indica el gerente de Zeppelín.

«La gente sigue sin entrar a los locales. Si no hay sitio fuera, muchos prescinden del café o la caña»

Carlos Rodríguez - Café bar ‘Zeppelin’ / Restaurante ‘El Globo’

No obstante, y pese al eco que ha tenido la estructura, ha decidido no desplegarla hasta que se apruebe la nueva ordenanza de terrazas. Este texto permitirá pedir permiso municipal cada cuatro años (y no cada uno), además de instalar estructuras un poco más estables ancladas al suelo, con limitaciones (flexibles, movibles y no permanentes). En el caso de ‘Zeppelín’, el montador ya ha utilizado algún punto de anclaje, de modo que el gerente, a fin de evitar problemas «y cumplir con lo establecido», no extenderá los nuevos paneles hasta que se dé luz verde a la ordenanza municipal. Actualmente, según comunican desde el equipo de Gobierno del ayuntamiento, se está negociando con los partidos de la oposición.

Carlos Rodríguez no ha dudado en realizar esta inversión porque también gestiona el restaurante ‘El Globo’, en la avenida de la Hispanidad, donde su terraza exterior, bien acondicionada, ya genera el 90% de la actividad. «La tenemos desde hace cinco años. Tras el covid, nos ha permitido sacar rápidamente a los trabajadores del ERTE. De lo contrario, de una plantilla de 14 sobraríamos todavía 6», revela.

También el restaurante ‘El Tinglao de Alba’ (avenida Ruta de la Plata) ha decidido no desmontar este invierno su terraza, formada por 15 mesas y 60 sillas. Y no solo eso: la han renovado con mamparas, toldos, sombrillas, estufas... «Hemos hecho un desembolso porque creemos que tiene futuro, que puede amortizarse. Aunque poco a poco se va perdiendo el miedo a los locales, la gente todavía prefiere abrigarse más y quedarse en la terraza, prefiere aguantar fuera salvo que llueva, y en Cáceres los días de lluvia no son realmente tantos», relata Emilio de Alba, su titular.

«El sector tiene un gran agujero por el covid. Las terrazas son básicas en estos momentos»

Emilio de Alba - Restaurante ‘El Tinglao de Alba’

Y es que los hosteleros deben invertir precisamente para salir de la zona de riesgo. «El sector tiene un gran agujero económico a causa de la pandemia, ha sobrevivido a base de créditos, y tardaremos un tiempo en superar el bache. Las terrazas son en estos momentos básicas», subraya.

Platos mojados, no

Efectivamente. La situación sigue delicada para la hostelería, y los veladores han supuesto el mayor remedio. Pero las circunstancias no son siempre iguales. ‘El Liceo’ no ve tan claro acondicionar en ‘modo invierno’ su terraza del bulevar de Virgen de la Montaña. ¿Por qué? Porque se trata de un restaurante donde los camareros deben cruzar la calzada con los platos hasta las mesas. «En una noche de invierno lluviosa no tiene ningún sentido, se mojaría todo y a mucha gente no le compensa estar así de incómoda. Cuando llegue el frío haremos una jornada más continuada y cerraremos antes a diario, puesto que los veladores, a nuestro modo de ver, no ofrecen una alternativa en esos momentos», señala su propietario, Óscar Moreno.

«Los veladores se han convertido en el pulmón del negocio, pero en invierno lo vemos difícil»

Óscar Moreno - Restaurante 'El Liceo'

En cambio, mientras las temperaturas y las lluvias no se desplomen, y asome el sol en las horas centrales, «la terraza seguirá siendo esencial para nosotros, desde la pandemia se ha convertido en el pulmón del negocio. El público se resiste a volver a los locales, ni siquiera en pleno verano con el aire acondicionado, y menos mal que en Cáceres el invierno ha tardado en llegar», reflexiona Óscar Moreno. El nuevo aumento de los contagios en otros países tampoco ayuda. «La gente sigue indecisa, le cuesta volver a lo anterior», lamenta. 

MEDIDAS FLEXIBLES HASTA DESPUÉS DE NAVIDAD

  • Las mesas y sillas que los establecimientos de hostelería mantienen en el exterior de sus locales han sido, desde el final del confinamiento, casi el único aforo del que han dispuesto para seguir adelante. Por ello, los ayuntamientos, incluido el de Cáceres, han flexibilizado algunas normas de la ordenanza permitiendo ampliar el espacio de las terrazas cuando ha sido posible, a fin de abrir la distancia entre las mesas y evitar su reducción. En algunos casos se han habilitado incluso aparcamientos porque algunos negocios no tenían forma de instalar un velador.
  • Finalizadas las peores olas de covid, y con las barras y todos los aforos interiores ya disponibles, el Ayuntamiento de Cáceres, del mismo modo que el de otras ciudades, ha optado por mantener esas medidas de flexibilización a sabiendas de que muchos clientes prefieren el exterior, temerosos aún de cruzar el umbral de los bares. Pero esas excepcionalidades están llamadas a su fin pasada la Navidad. Una vez llegado 2022, y si la pandemia se mantiene bajo control, la intención es regresar a los espacios anteriores puesto que el uso de estas vías es un derecho compartido con el resto de la ciudadanía. No obstante, también se ultima una ordenanza que introducirá nuevos criterios.