Cáceres acaba de aprobar la creación de un Plan de Gestión Integral de Colonias Felinas. Pero ojo, porque no se trata de que las calles puedan llenarse de gatos cuidados por voluntarios, ni de que se sigan abandonando sin más, ni de que estas colonias deban continuar creciendo, porque ni es lo adecuado, ni siquiera todos los felinos sobreviven fuera del ámbito doméstico. El nuevo plan busca la mejor solución posible ante la proliferación de gatos en las vías cacereñas, que suman en torno a un millar según los cálculos del propio ayuntamiento. La moda de tener mininos en el hogar ha derivado en esta irresponsabilidad por parte de algunos ciudadanos, y ya es posible contar unas 70 colonias callejeras.

Pero también hay numerosos voluntarios que se vienen preocupando del cuidado de estos animales. «Les alimentan y se encargan en la medida de lo posible de que permanezcan sanos. Su labor es impagable. Por eso hay que poner orden en este asunto, regularlo y organizarlo de manera segura y metódica», explica el alcalde, Luis Salaya, que se ocupa directamente del área de Medioambiente en la ciudad. De ahí la reciente adjudicación, por un importe de 14.833 euros, del ‘Diseño y Elaboración de un Plan de Gestión Integral de Colonias Felinas en Cáceres’, a la asociación Zoonia. Se trata de un colectivo de carácter nacional especializado en la responsabilidad animal, social y ambiental, que presta asesoría técnica y formación, y que trazará el protocolo para coordinar las colonias cacereñas.

«Nuestro trabajo consistirá en una labor de consultoría en responsabilidad integral para diseñar la organización y los criterios a seguir. Pero el auténtico protagonismo es el de las personas y entidades que realmente se implican cada día en atender a estos gatos, que son muchas en Cáceres. Vamos a acompañarles en el proceso para establecer el modo de gestionar de una manera eficaz y ética las colonias», indica Esther Esquembre, presidenta de Zoonia.

De este modo, el colectivo partirá de un estudio sobre la situación actual de la ciudad (gatos que viven en las calles, colonias, estado de las mismas, cuidadores...), y coordinará a todos los agentes implicados para «sociabilizar» esas colonias, es decir, para establecer un modo común de atenderlas de manera que formen parte del día a día de la ciudad. Se trabajará con las asociaciones y personas que ya se encargan del control de dichas comunidades felinas (policías, Colegio de Veterinarios, ayuntamiento, vecinos...), «siguiendo los máximos estándares nacionales e internacionales sobre gestión de colonias felinas, y por supuesto trabajando en coordinación con los distintos profesionales implicados, entre ellos veterinarios», detalla Conny Duarte, vicepresidenta de Zoonia.

El engranaje

Así, se decidirá el método de alimentación más favorable para que el mismo se respete en todas las comunidades felinas, la posible periodicidad de las desparasitaciones, las posibles vacunas y el protocolo de aplicación del sistema CER, tan importante en las colonias, que ya realizan los voluntarios (captura, esterilización y nueva suelta de los felinos en su territorio para evitar una reproducción descontrolada). Se establecerán distintos roles entre los voluntarios: alimentador/cuidador, coordinador, responsable de la gestión económica... También se cuantificará la inversión que los particulares y las asociaciones vienen realizando para cuidar los gatos, a fin de que el ayuntamiento pueda prever unas partidas anuales. Asimismo, se concretarán las entidades colaboradoras, los técnicos municipales responsables de estas cuestiones, los profesionales del Colegio de Veterinarios que se harán cargo de las mismas...

«Todo ello hay que exponerlo muy bien porque no se trata de promover las colonias felinas en la ciudad, sino de gestionar las que ya existen, conseguir que todos o casi todos los gatos estén sanos y esterilizados para que dichas comunidades envejezcan a un ritmo razonable», concreta Luis Salaya. «Queríamos haber comenzado antes», reconoce. «Nos pusimos en marcha al comenzar la legislatura, reuniéndonos con los colectivos animalistas y organizaciones implicadas, pero la pandemia del covid ha obligado a demorarlo», lamenta. «No vamos a esperar más, se trata de una cuestión de bienestar animal pero también de salud pública. Los gatos viven en contacto con vecinos y otras mascotas. Su control es importante», afirma.

Una ciudadana revisa las instalaciones de la colonia de la plazuela del Socorro. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Ahora bien. ¿Por qué mantener los gatos en las calles? ¿No sería mejor llevarlos a todos al Refugio u otras instalaciones? La respuesta a estas preguntas evidencia por qué los profesionales son los que deben coordinar las soluciones. «Los veterinarios especialistas en felinos comunitarios, en el control de colonias, explican que no es lo mismo un gato acostumbrado a vivir en una casa, con una familia, que otro ya habituado a la calle, cuya familia es la colonia. Si encierras a este último, su nivel de estrés le provocará tales consecuencias que acabará con su vida. Por ello, solo pueden ser recogidos de la vía pública aquellos gatos que son sociables con las personas», detalla Conny Duarte.

Pero además, las colonias debidamente controladas tienen «varias consecuencias positivas para la ciudad, que hacen que sean vistas como un beneficio, no como algo negativo», matiza Esther Esquembre. Así, por su propia naturaleza, los gatos comunitarios se convierten en «biocontroladores», explica. «Los especialistas que estamos consultando coinciden en señalar que cuando se han hecho barbaridades como sacar a todos los gatos callejeros de ciertas zonas, han proliferado los roedores o las propias cucarachas. Al final, por tanto, aportan un beneficio al equilibrio natural», subraya el alcalde.

Pero hay otras ventajas, «entre ellas los vínculos que se generan con la propia ciudadanía», puntualizan desde Zoonia. Y es que el contacto con los animales produce bienestar a muchas personas, tanto a vecinos como, sobre todo, a quienes ayudan al buen estado de la colonia. «Esta relación tiene una óptima repercusión en la salud mental --destaca Esther Esquembre--, porque se fomentan valores positivos al actuar para mejorar el entorno».

Y es que los gatos están ahí «principalmente por una situación de abandono», recuerdan desde Zoonia. La mayoría son animales de compañía, domésticos, dejados en las calles, «y cualquier daño que se les haga tiene consecuencias administrativas pero también penales», advierten. No se trata por tanto animales salvajes o silvestres, sino en situación de semilibertad, cuya responsabilidad legal corre a cargo de las instituciones, en este caso del ayuntamiento.

«De ahí la necesidad de establecer protocolos conjuntos para las colonias. Hay muchísima gente que trabaja en ellas y debemos unificarlos», indica Luis Salaya, recordando además que la gran mayoría de estas personas saben lo que hacen y por tanto no contribuyen a incrementar la población felina irresponsablemente. También incide en que la mejor vida para dichos animales ya es la propia calle, se trata del hábitat donde pueden sentirse cómodos, «siempre que se encuentren debidamente alimentados, seguros, sanos…». Quizás su presencia llama más la atención ahora que muchas familias tienen mininos bien cuidados en su hogar y se sensibilizan con estas situaciones.

Zoonia realizará un primer estudio de la situación y ya ha comenzado las entrevistas con organizaciones, voluntarios, veterinarios… Posteriormente tomará dos o tres colonias para aplicar en ellas, de modo piloto, el protocolo que se vaya gestando en colaboración con todos los agentes que ayudan en este ámbito. Luego se ampliará al resto. El proceso es muy interesante, porque los voluntarios, a la vez que alimentan a los gatos, van controlando su estado, si hay algún enfermo, si falta otro, si ha llegado uno nuevo (ojo porque suele ser rechazado por el resto). Además, este plan integral formará a los agentes implicados y se acreditará debidamente a las personas cuidadoras para que conozcan las normas establecidas y el funcionamiento.

Se adoptan menos de la mitad

En cualquier caso, por muchos voluntarios que existan, por muchos protocolos que se gesten, lo que parece claro es que el problema de los gatos abandonados no se subsanará, precisamente, hasta que no cejen los abandonos, máxime en un momento en que tener gatos en casa se ha convertido en una tendencia. Desde el Refugio San Jorge de Cáceres vienen recogiendo sobre todo felinos de unos 6 o 7 meses, es decir, ejemplares criados en los domicilios, acostumbrados ya a tener todos los cuidados domésticos, que de repente se dejan en la calle porque los dueños no quieren gastarse dinero en su esterilización.

Y es que, según el informe publicado por Ecologistas en Acción en las fiestas navideñas, el número de animales abandonados ha aumentado, al igual que su compraventa. Por el contrario, las adopciones de mascotas han bajado. La organización recuerda que el 40 % de los perros y gatos que llegan a nuestras casas lo hacen como regalo. Este dato refleja que cerca de la mitad de las personas o familias que se hacen cargo de los animales, no han participado en la elección, desconocen de inicio las necesidades biológicas y afectivas del animal, y por tanto su responsabilidad de cuidados y seguridad.

Si tienen la suerte de llegar a un refugio, solo el 49% de los perros abandonados serán adoptados, un porcentaje que en el caso de los gatos se reduce al 42%.