Antonio, el padre de Carlos Callejo, fue secretario de Alejandro Lerroux. Era Carlos un hombre preparado que por azares de la vida llegó un día a Cáceres acabada la contienda civil. Amante de la cultura y la investigación, descubría lápidas, publicaba en periódicos y revistas (editó hasta 2.100 artículos), así que el conde de Canilleros, que era director del Museo de Cáceres, vio en él a la persona idónea para ser conservador de ese museo de las Veletas, cargo para el que fue designado en el año 1955.

A principios de los 50 avanzaba a pasos agigantados en Maltravieso una cantera de cal, hasta que un día unos obreros pusieron sobre la pista del descubrimiento de una cueva cuando encontraron algunos huesos fósiles de animales que les llamaron la atención. Más tarde aparecieron varios enterramientos de la época del Bronce.

Pero el verdadero interés de la Cueva de Maltravieso comienza cuando el 8 de enero de 1957 Carlos Callejo publica en el EXTREMADURA un artículo donde da a conocer la existencia de las pinturas rupestres que había logrado ver en tres minuciosas exploraciones hechas en octubre y noviembre de 1956. Poco tardaron en alzarse las voces que defendían que este monumento singular --que nos ilustra sobre la alborada del arte humano en una región hasta entonces sin documentación alguna sobre el hombre cuaternario-- debía ser conservado.

Callejo acudía casi todas las tardes a la cueva con Antonio Márquez, un capataz de Telégrafos que era su mano derecha. A rastras, con su lámpara de carburo, se convirtió en un diestro espeleólogo que logró que el catedrático Martín Almagro y otros profesores de Alemania y Canadá llegaran a Cáceres para ver aquella cavidad, que no tardó en convertirse en monumento nacional.

Exteriores de la Cueva de Maltravieso de Cáceres, en una imagen realizada ayer. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Y es que la gruta del calerizo cacereño, de la que el ayuntamiento hará una réplica antes de 2025 gracias a una inversión de más de dos millones de euros de fondos europeos, conserva la primera manifestación de arte rupestre de todo el planeta. Se trata de una mano pintada en negativo cuya datación se ha retrasado hasta los 66.700 años de antigüedad, lo que además implica que fue realizada por el hombre de Neandertal, toda una revolución en los esquemas prehistóricos.

Investigadores en el interior de la cavidad. RUFINO VIVAS

La cueva lleva al menos 27 años cerrada a las visitas, salvo de especialistas e investigadores. Fue ocupada por el hombre en distintos momentos de la Prehistoria. Otras cuevas próximas son las de El Conejar y Santa Ana y ha sido ingente la labor realizada en ella por parte del equipo Primeros Pobladores de Extremadura.

Carlos Callejo, académico de la Real Academia de la Historia de Extremadura, presidente de la Comisión Provincial de Monumentos, falleció el 27 de enero de 1993. Su figura debería ser eternamente recordada. No en vano fue el hombre que anunció al mundo que en Cáceres también hubo vida en el cuaternario.