La ZEPA. Otra vez la ZEPA. La Zona de Especial Protección para las Aves (en este caso ‘Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes’) vuelve a condicionar el desarrollo de un proyecto. No es de extrañar. Cáceres, el término municipal más grande de España, tiene un 66% de su territorio con algún tipo de protección o reserva ambiental. Unos opinarán que es bueno. Otros lo tildarán de excesivo. Pero en cualquier caso, el cerro Arropé, lugar cedido por el ayuntamiento a la Fundación Lumbini para la implantación del mayor centro budista de Occidente, tendría que salir en principio de la ZEPA para que pudiera desarrollarse tal y como se viene contemplando (templos, residencia para monjes, el gran Buda de 40 metros, jardines...). Si no fuera posible, la fundación hará «todo» lo que esté en sus manos para adaptarlo. Y si finalmente no pudiera hacerse, se llevaría la iniciativa a otro lugar. Lo dicen desde la serenidad: «Somos un proyecto de paz y tenemos claro que queremos apostar por Cáceres».

La inversión en juego asciende a 25 millones de euros. La Fundación Lumbini afirma que detrás tiene el apoyo de distintos gobiernos asiáticos. Las ciudades de Cáceres y Lumbini (Nepal) ya están hermanadas y Arropé es monte sagrado para los budistas desde su bendición en abril de 2021. La fundación presentó hace un mes los primeros avances del plan especial del centro budista que deberá regular sus infraestructuras. ¿Por qué entonces han surgido las dudas sobre el futuro del centro ¿Por qué hay incluso algunas manifestaciones controvertidas?

El cerro Arropé se ubica al sur de Cáceres, frente al Cefot. Está dentro de la ZEPA de los Llanos, en una zona catalogada como ‘suelo no urbanizable protegido’. El ayuntamiento ha dejado claro que no habrá una recalificación, pero sí otro cambio: ha introducido Arropé en una batería de modificaciones que la Junta de Extremadura quiere realizar en algunos espacios ZEPA, con el fin de sacar al cerro de esta figura. Un ajuste que permitiría llevar adelante el proyecto con las dotaciones barajadas hasta ahora (biblioteca, instalaciones de yoga y meditación, la gran estatua, un monasterio...). «Se trabaja ya para que el primer día que se retire esa zona de la ZEPA tengamos preparado el plan especial del centro budista», dijo el alcalde, Luis Salaya, el pasado 7 de enero.

El escollo

¿Cuál es entonces el problema? Que las organizaciones ecologistas avisan de que ese cambio no será fácil. De hecho, lo ven bastante complejo. «No porque lo digamos nosotros, ni mucho menos, sino porque la experiencia de los casos que conocemos así lo evidencia. Europa no descataloga una zona ZEPA salvo en casos muy concretos», explica Antonio Díaz, delegado de Adenex en Cáceres.

Las ZEPAS están dentro de la Red Natura 2000, regulada por la Unión Europea. Solo existen tres justificaciones muy específicas para que se levante esta protección sobre un terreno. Primero, para subsanar errores cartográficos. Segundo, para sacar de la ZEPA un territorio que nunca tuvo los valores naturales que se le atribuyeron por error en un principio. Y tercero, porque ese lugar haya perdido sus valores iniciales debido a un proceso natural, pero no por una degradación provocada por la acción humana (aunque sea por mera dejación).

«En este tercer caso la UE no suele descatalogarlo porque sentaría un precedente peligroso. Daría pie a que en otros espacios se hiciera lo mismo para conseguir su desprotección», aclaran desde Adenex. Y ahí se produce un problema, porque el cerro Arropé tiene canteras y chalets irregulares a pie de monte, es decir, un deterioro provocado por el hombre, y eso no juega precisamente a favor de que pueda salir de la ZEPA, sino al contrario.

La primera cuestión, la cartográfica, tampoco puede alegarse. Pero quizás es posible hacerlo con la segunda: Arropé nunca reunió valores suficientes para tener esa protección. «La ZEPA se declaró en 1992 y entonces el monte era un eucaliptal que luego se ha intentado reconvertir con otras especies, pero quizás la Junta consigue por aquí el cambio», sopesa el responsable de SEO/BirdLife en Extremadura, Marcelino Cardalliaguet. «Eso sí, tendría que ser solo el cerro, no la zona de chalets irregulares de El Pradillo situada junto al mismo, por ahí nunca se podrá lograr porque ha sido fruto de una mala gestión administrativa consentida con los años. La UE jamás sentaría ese precedente, con la presión urbanística que existe sobre los espacios protegidos», advierte.

También Antonio Díaz cree que esta segunda condición podría ser la que intentara la Junta, «aunque solo se acepta cuando se demuestra a través de un estudio científico, y no suele resultar sencillo. Lo dicen las sentencias de los tribunales europeos que han rechazado modificaciones por no estar debidamente justificadas», recuerda.

«La Unión Europea no descataloga una zona ZEPA salvo en casos muy concretos»

ANTONIO DÍAZ - Delegado de Adenex en Cáceres

Ambas organizaciones, Adenex y SEO/BirdLife, afirman que no tienen «nada en contra» del proyecto budista, que ni siquiera conocen con cierta profundidad. «De hecho, estamos colaborando con la propia Dirección General de Sostenibilidad de la Junta para asesorar sobre esta batería de cambios en las ZEPAS, a fin de que lleguen bien argumentados a la Comisión Europea», revela Cardalliaguet. Las asociaciones conservacionistas entienden que hay justificación para ello por ejemplo cuando los municipios no pueden crecer por tener todo su término en ZEPA, pero no lo ven así cuando se han desarrollado viviendas ilegales, un extremo rechazado sistemáticamente tanto por Europa como por los ecologistas. Arropé por tanto podría descatalogarse solo como cerro (sin los chalets próximos). Sea como fuere, las asociaciones medioambientales confían en que Europa tome la decisión más adecuada, y se reunirán con el ayuntamiento y la fundación, que se lo han pedido.

Existe otro problema: los plazos. Al engrosar un amplio conjunto de cambios por toda la región, el proceso no será inmediato. Primero, la Junta debe ultimar las modificaciones y someterlas a información pública. Después se elevarán al Ministerio de Transición Ecológica y en tercer lugar a la Comisión Europea, que tiene que pronunciarse sobre todas las propuestas. Hay que recordar que la Fundación Lumbini anunció su proyecto hace más de dos años.

Por todo ello, Adenex y SEO entienden que hay otra alternativa más sencilla. «Nosotros en principio preferimos que no se modifiquen los límites y que el proyecto se integre dentro de la propia ZEPA, ya que esta tiene un plan rector para su gestión que permite intervenciones según zonas, aunque siempre de bajo impacto», destaca Antonio Díaz. Sería también el camino más corto para la fundación responsable.

«La opción más difícil es intentar desproteger ese espacio, en vez de adaptar el proyecto»

MARCELINO CARDALLIAGUET - Delegado de SEO/BirdLife en Extremadura

«En principio no nos parece una mala elección el cerro Arropé, integrado en la naturaleza, ya que el proyecto no tiene por qué ser incompatible con la ZEPA, que admite opciones», señalan desde SEO. «En estos casos se realiza un estudio de impacto ambiental y se pueden proponer medidas compensatorias», agrega Cardalliaguet, quien considera que una iniciativa bien diseñada podría mejorar incluso un cerro en degradación. «Lo que nos sorprende es que se pretenda intentar la opción más difícil: desproteger ese espacio, en vez de adaptar el proyecto», precisa el delegado de SEO.

Los ecologistas insisten: no valoran un proyecto que no conocen. «Solo entendemos que debe cumplir la normativa que corresponda, como cualquier otro».

Ahora bien. ¿Qué piensa de todo ello la Fundación Lumbini? ¿Podrá esperar al cambio de protección? ¿Podrá adaptar su proyecto en caso de que Arropé siga siendo ZEPA? El promotor del proyecto, José Manuel Vilanova, director de la Fundación Lumbini Garden, se muestra tajante: «Nos han cedido un terreno y lo hemos aceptado. Vamos a cumplir siempre la normativa intentando integrarnos en ella, sea o no ZEPA. Se trata de un asunto con el que no tenemos nada que ver, no sabemos nada, no ponemos ninguna objeción. Solo esperamos a que la Administración nos comunique cómo debe ser el plan especial para ajustarlo», declara. Su prioridad, eso sí, es Cáceres. «Estamos luchando para que el centro se quede. Solo si se plantearan muchos problemas tendríamos que cambiar de ubicación, pero desde la tranquilidad más absoluta», sostiene Vilanova.

La fundación había diseñado un proyecto preliminar que ha paralizado hasta saber la protección definitiva que tendrá el terreno. «De todos modos no haremos nada que no esté planificado sobre suelo rústico, porque nuestro proyecto es totalmente medioambiental y sostenible», afirma Vilanova, quien califica su fundación de «absolutamente ecologista». «Todas nuestras instalaciones son inocuas, templos de paz que trasladan la cultura de otros países de una forma pacífica. Venimos a sumar, nunca a restar».

«Todas nuestras instalaciones son inocuas, templos de paz que trasladan otras culturas»

JOSÉ MANUEL VILANOVA - Director de la Fundación Lumbini

Vilanova también recuerda que los inversores son organizaciones budistas caracterizadas por su respeto a la naturaleza, de forma que «bajo ningún concepto» desatenderán la normativa. «Si el proyecto se puede hacer, se hará. Si no, nos iremos y no pasa nada». Pero insiste: «Esperamos seguir en Cáceres porque se ha hecho mucho trabajo».

Lo que no quiere la Fundación Lumbini, de ningún modo, es la confrontación. No le agrada que le puedan relacionar con un proceso polémico. «Si hay conflicto, nos marchamos. Detrás del proyecto hay Gobiernos asiáticos que no quieren verse en esas situaciones. Somos ajenos a los temas administrativos. Venimos con un proyecto ilusionante que además ayudaría a mejorar ese entorno degradado del cerro Arropé, repoblando y limpiando, con un criterio medioambiental máximo», matiza Vilanova.

Por su parte, el concejal de Urbanismo, José Ramón Bello, considera importante aclarar este tema «porque se ha generado cierta confusión». Puntualiza que son dos asuntos distintos. «Por un lado, Arropé entra dentro de una modificación más amplia en las zonas ZEPA de la región que se debe realizar en base a diferentes sentencias de los altos tribunales», explica. «El presidente extremeño lo ha dejado claro: los retos a los que se enfrenta la comunidad hacen necesario tomar decisiones para evitar la despoblación, para que puedan implantarse proyectos respetuosos con el medio ambiente. En definitiva, estos reajustes en la ZEPA son lógicos, especialmente en el municipio de Cáceres, un paraíso natural que debe ser compatible con otros usos», razona el concejal.

En todo caso se hará mediante «un proceso abierto, transparente y participativo, evitando cualquier conflicto». Y aclara: «No se pierde terreno ZEPA, en el caso de Cáceres incluso se gana. Se trata de un reajuste con criterios científicos y ambientales, porque la ZEPA tiene bastantes años y una revisión permitirá proteger mejor lo que se debe proteger».

«A día de hoy no hemos encontrado nada que nos diga que no se puede llevar adelante»

JOSÉ RAMÓN BELLO - Concejal de Patrimonio

Este primer asunto resulta crucial. El segundo es el centro budista, independiente del primero. Así lo afirma Bello. Ahora bien: cuando se buscó sitio para el complejo, Arropé se consideró muy adecuado y además candidato para descatalogarlo como ZEPA. «No lo elegimos de manera baladí. Se trata de una parcela municipal muy interesante rodeada de canteras, con una plantación indiscriminada de eucaliptales, y con roturaciones que afectan en gran medida al paisaje. El proyecto budista abre una oportunidad de restaurarlo, porque estos templos tienen una arquitectura tremendamente respetuosa», matiza el edil.

El ayuntamiento se apoya en un estudio ambiental del ingeniero Santiago Hernández, una referencia del movimiento ecologista y proteccionista, que concluye que es posible mejorar las condiciones de Arropé «y que el proyecto es compatible». De modo que se comunicó a la Fundación Lumbini que el sitio era «idóneo» pero que tenía «protección». También que era compatible con un plan especial en suelo rústico «para determinar qué se puede hacer y cómo», y que en todo caso el cambio iniciado sobre la ZEPA lo haría mucho más factible.

«En base a los informes técnicos y al extraordinario trabajo de Santiago Hernández, creemos que esos cambios podrán ser efectivos», determina Bello. ¿Y si Europa no los acepta? «Veríamos la forma de integrar el proyecto en la ZEPA, y si no lo fuera, tomaríamos otras decisiones», anuncia. «Pero a día de hoy no nos hemos encontrado con nada que nos diga que no se puede llevar adelante», concluye el concejal.