Antonio Serrano ha echado el cierre a su empresa, Coloser (Comercial y Logística Serrano), una de las principales distribuidoras de la hostelería cacereña (Ámbar, Schweppes, Pepsi, Mondariz...) y de otros productos. Lo ha hecho después de 35 años de trabajo continuado desde su nave en Charca Musia. «Ya era insostenible. Se ha juntado la pandemia, la inflación, el coste de la luz y el descenso del consumo en los bares. La gente tiene miedo a gastar, no sabe lo que durará la guerra. Es una situación difícil», revela.

Este autónomo lo ha decidido porque, a sus 59 años, «no puedo complicarme con lo que me queda para la jubilación. Me buscaré las habichuelas este tiempo. Todo lo que tenga que ver con la hostelería da miedo ahora», confiesa. El paso no ha sido fácil: seis trabajadores se han quedado sin empleo. «Por eso me ha costado mucho, lo he pensado bastante, pero conozco el sector y era lo adecuado».

Antonio explica que el declive comenzó en la pandemia. «La actividad que peor lo ha pasado estos años, la más castigada, ha sido la hostelería. Si el sector se muere, los distribuidores vamos detrás». Y ello pese a que en Cáceres no hay más de media docena de negocios dedicados a este tipo de logística. Pero la bajada en el consumo se percibe tanto en la hostelería de día como en la de noche, «que ha tenido una racha de traca, muy mala», afirma.

Lejos quedan los mejores tiempos que recuerda Antonio, «cuando el ocio en la ciudad explosionó de tal manera que los estudiantes querían estudiar lo que hubiera en Cáceres. Fue una época brutal». Pero luego llegaron las prohibiciones, los altercados, el encarcelamiento de nueve hosteleros... «La cosa se ha complicado bastante. Ahora mismo aguantan las grandes marcas con muchos recursos y buenos márgenes, pero los distribuidores de provincia lo tenemos muy difícil», reconoce.