El Periódico Extremadura

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LA NOCHE SE RESIENTE: PRIMERO LA PANDEMIA Y AHORA LA INFLACIÓN NO DAN TREGUA A LOS LOCALES

La luz apaga las copas en Cáceres

La subida de las facturas, las bebidas y otros costes afectan al ocio nocturno. Además, el público sale menos y recorta el gasto. El sector pide ayuda institucional

Los bares comienzan a percibir el descenso del público cuando apenas llevan un año sin restricciones tras la pandemia. EUROPA PRESS

El ocio nocturno no acaba de hilar un año bueno en Cáceres. El que fuera uno de los sectores con mayor actividad de la ciudad, capaz de atraer a jóvenes de distintos puntos del país animados por el ambiente de la noche cacereña, atraviesa su enésimo escollo. Apenas lleva un año funcionando a pleno rendimiento tras la pandemia, y ahora la fuerte subida de las facturas energéticas, las bebidas y los alquileres están desequilibrando seriamente las cuentas de los locales. Y lo peor: ya se percibe la bajada en el consumo del público, que también sufre la inflación en casa y recorta el ocio. El que salía dos días a la semana, empieza a dejarlo en uno. El que tomaba cuatro copas, ahora toma dos... Incluso la cerveza comienza a ganar terreno a los cubatas.

«Llevo trabajando en el ocio nocturno treinta años, primero en la plaza Mayor, luego en La Madrila y desde 2010 en Pizarro. Nunca he vivido un aumento de costes como el de ahora, nunca me habían subido la cerveza tres veces en seis meses», afirma Agustín Nieto, propietario del pub 'Bulevar'. «Estamos triplicando, incluso más, la factura de la luz. Yo siempre he tratado de controlar el gasto energético, y ahora he pasado de los 400 euros mensuales a 1.200», revela. «Toda la industria consume energía, todo se dispara, y eso hace que suframos una bajada del público a la vez que nos suben los costes», lamenta. «Venimos de la pandemia, ahora la gente se tiene que cortar con los gastos, todo esto es una locura...».

En definitiva, «hay quien ya ha reducido las salidas a un día a la semana, y además la gente se retrae a la hora de pedir copas». Existen otros cambios evidentes: «Muchos tiran ahora de la cerveza, más económica. Hablo con los distribuidores y también notan que sube su consumo, sea de barril, de importación…», desvela Agustín Nieto.

Los efectos en el ocio nocturno son palpables en otras ciudades como Barcelona, donde se percibe el cierre de locales. «No es posible pagar 1.800 euros de luz al mes por un local. Sube la energía, los impuestos, los productos, el alcohol, los salarios…», alerta Juan Miguel Olmeda, un empresario que conoce al detalle este sector porque gestiona tres locales: ‘La Divina Comedia’ en Pizarro, y ‘La Traviesa’ y ‘Velvet’ en La Madrila. «Llevo desde 1995 en la hostelería y no puedo decir que ahora se atraviese el peor momento, pero estamos cerca de entrar en una brecha muy grande, lo dicen los propios bancos», afirma.

Y ello porque las empresas deben sumar a los recibos «la reducción del público, que ya se nota», reconoce Juan Miguel Olmeda. «La gente se frena un poco a la hora de pedir copas y muchos prefieren ahora la cerveza». El profesional teme que las consecuencias más serias estén por venir. «En verano el gasto siempre es mayor, se mira menos el bolsillo, pero ahora todo el mundo quiere empezar a controlar porque comienzan a llegar facturas muy altas, la cesta de la compra no baja y los salarios siguen igual para la mayoría de la gente. El que tenga niños, ha pasado también un septiembre complicado. El que tenga hipotecas, ya sabemos lo que hay», lamenta. Además, Juan Miguel percibe esta caída en las distintas bandas de edades que concurren a sus locales.

Desde ‘Mastropiero’, en la calle Pizarro, se repite la misma tónica. «El principal problema, grave para el sector, está en la subida de la energía un 300%. Quien pagaba hace dos meses 3.000 euros ahora tiene facturas disparadas a 7.000 y nos afecta muchísimo, hasta tal punto que el coste será inabordable», subraya José Parodi, responsable de este local en el entorno de Pizarro y también presidente de la Federación Extremeña de Bares (Fexbares). «A veces se piensa que la hostelería se encuentra en lo alto de la cima y no es así. Tratamos de llegar a fin de mes para pagar nóminas y facturas, y ahora mismo eso se está poniendo muy difícil», subraya.

En cualquier caso, el ocio nocturno no se endereza. A la crisis de 2008 y a los problemas de Cáceres con los ruidos (nueve hosteleros acabaron en prisión en octubre de 2019), le sucedió la pandemia y sus efectos catastróficos para este sector. Cabe recordar que hasta finales del pasado enero no se levantaron las restricciones a los locales de copas por el covid. «Luego, durante algunos meses, el público estaba deseoso de salir, y hubo buen ambiente en Cáceres con festivales y fiestas, pero en verano la gente volvió a marcharse de vacaciones y además ya no gastaban lo mismo por la inflación. Se ha hecho evidente», describe Agustín Nieto. «Prácticamente no hemos vuelto a funcionar al cien por cien. La ola de covid de la última Navidad acabó con cenas y comidas, y ahora que no llevamos ni un año abiertos, nos sube todo», lamenta Juan Miguel Olmeda.

Cambios de hábitos

Hay ciertos hábitos que tampoco ayudan al ocio nocturno, que deberá adaptarse por enésima vez para sobrevivir. «Por ejemplo, en Pizarro, por un lado notamos más turismo debido a la presencia de Helga de Alvear, la calle está muy bonita, pero buena parte del público es adulto y empieza a salir solo un día, a veces por la edad y ahora sobre todo por el dinero», revela Agustín Nieto. Existe una franja de edad en la que los divorcios también influyen: «Antes la pareja salía el fin de semana y ahora lo hacen por separado cada 15 días para cuidar a los hijos», indica.

José Parodi apunta otra tendencia que hace mella en el ocio nocturno: «La gente de cierta edad ya venía apostando en los últimos años por salir de cañas y quedarse toda la tarde, lo que resta público a la noche. Si a las diez llevas ocho horas de fiesta, muchos no continúan de madrugada», argumenta. Sin embargo, «la gente joven ha tenido una buena afluencia a los espacios abiertos hasta final de verano. El curso acaba de empezar y aún es pronto para ver cómo funcionarán los estudiantes, pero hoy por hoy no notamos menos afluencia», indica el titular de ‘Mastropiero’.

Existe otro problema añadido: «La hostelería no tiene la facilidad de adaptar el precio del café o el refresco cada semana según los cambios del mercado. Esos márgenes los estamos asumiendo los establecimientos, y si lo unes con el resto de costes, nos tememos que algunos negocios se van a quedar fuera», advierte José Parodi. «Han subido los refrescos, la cerveza, las bebidas… hasta las pipas. Pero no hemos podido aumentar el precio de la copa porque la gente no marcha bien», se sincera Agustín Nieto.

Por todo ello, la Federación Extremeña de Bares (Fexbares) organizó una reunión hace unos días para poner en común la situación. Han acordado solicitar ayuda a las instituciones para amortiguar los gastos energéticos «y tratar de salir hacia adelante, porque no estamos bien». Mientras tanto, intentan adaptarse a los tiempos. Por ejemplo, en la calle Pizarro hay locales que anticipan la apertura. «Nosotros lo hacemos a las cuatro de la tarde los fines de semana para ver si es posible ganar público», dice Agustín Nieto.

Juan Miguel Olmeda considera que la solución para salvar estos locales «es fácil» y se la ha transmitido a algunos dirigentes: «Con una o dos horas más de apertura podríamos hacer frente a los costes, eso sí, solo los locales debidamente insonorizados», detalla. El empresario afirma que el cierre a las 4.30 los fines de semana provoca una avalancha más molesta que lo que sería una salida escalonada, «porque a las seis, cuando nos permiten horarios especiales, apenas queda nadie». Recuerda que otras regiones están ampliando horarios. 

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