Nacida el 4 de octubre de 1922 en Huertas de Ánimas (Trujillo), Faustina Fernández Jiménez acaba de cumplir cien años. Su vida ha sido como la de tantos mayores de su generación. No pudo ir mucho a la escuela, pero siempre le gustó leer y le encantaban las historias del reverso del calendario zaragozano. Con apenas 10 años comenzó a trabajar de niñera. Realizó otros trabajos como recoger aceitunas, garbanzos, algarrobas…, y ayudaba a su padre, que era picapedrero.

Siendo adolescente, en plena Guerra Civil, se trasladó a trabajar a Cáceres, donde su buen hacer, su templanza e imaginación la convirtieron en una buena cocinera, y sobre todo repostera: pestiños, roscas, leche frita, buñuelos, huevecillos… No había ninguna receta que se le resistiera. De hecho, en 2015, con motivo de la declaración de Cáceres como Capital Gastronómica de España, impartió el taller ‘La cocina de la abuela’ y participó en el foro ‘La cocina de las abuelas’.

Aunque ahora sus piernas no la dejan moverse de la silla de ruedas, su cabeza y sus manos no paran nunca, le gustan las labores, en especial el ganchillo, y recitar poemas, en particular los de Gabriel y Galán.

Ahora, lo que más alegría le proporciona es recibir las visitas y el cariño de su hija, sus cinco nietos (junto con los ‘arrimados’, como ella misma dice) y sus dos bisnietos.