BALONCESTO

La fan número 1 del basket extremeño en el norte

La rara enfermedad visual que padece Haizea no le impide disfrutar con los partidos del Miralvalle y el Cáceres cada vez que juegan cerca de Euskadi. Es hija de Rubén Vázquez, árbitro originario de Alcántara

Haizea Vázquez lanza a canasta.

Haizea Vázquez lanza a canasta. / CEDIDA

La retinosis pigmentaria es una de esas enfermedades que cuando te las mencionan tienes que mirar en Google para enterarte en qué consiste. Se caracteriza por una degeneración progresiva de la retina y carece por ahora de tratamiento, así es que quien la ha heredado, como es el caso de Haizea Vázquez, lo que le queda es disfrutar del tiempo en el que todavía pueda ver con cierta claridad. Esta niña de 10 años lidia con las dificultades en Portugalete (Vizcaya) y, pese a todo, conserva una perenne sonrisa... sobre todo cuando le suceden cosas relacionadas con el baloncesto extremeño. Es la única hija de Rubén Vázquez, un árbitro de Alcántara que emigró a Euskadi por su amor a Maialen. De la relación surgió la muchacha.

El deporte de la canasta ha ayudado tremendamente a Haizea a no perder la esperanza, a seguir peleando, a sentirse una más cuando tiene un balón en las manos. Entrena todos los días con ilusión («lo mejor que hago es tirar triples») y está recibiendo un fantástico apoyo por parte de dos clubs extremeños: el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, de LEB Oro, y el Hierros Díaz Miralvalle Extremadura, de la Liga Femenina 2. La intención es darle visibilidad pública a una enfermedad bastante desconocida, aunque se estima que son 15.000 los afectados en España y un total de 60.000 los que portan los genes. Sí, otra vez el doctor Google al habla.

Maialen tiene la enfermedad, pero solo en un ojo, no como en el caso de Haizea, que la sufre en los dos. Se la detectaron a los cuatro años. Los principales síntomas son que ve con manchas, dos puntos negros que pasan de un lado al otro además de puntos de colores continuos y pérdida de campo visual periférico. También tiene problemas cuando se hace de noche, cuando se queja, con estas palabras, que no ve «ni un pimiento». 

«Lo lleva bastante bien por ahora y juega al baloncesto con normalidad. Me sugirieron que hiciese otro tipo de deportes, pero ella solo quiere basket. Desde pequeña la he llevado a partidos. Siempre he sido seguidor del Cáceres y ha venido a muchos partidos conmigo a Burgos y Valladolid y por supuesto a los que ha jugado en Euskadi», cuenta Rubén.

Dukan y María Romero

Su cariño por el equipo verdinegro tuvo una explosión definitiva la temporada pasada, cuando entabló con Haizea una peculiar relación con el ala-pívot Duje Dukan, ahora en el Landstede Hammers de Países Bajos. En el partido disputado en la pista del Juaristi la vio en la grada con su mismo dorsal y camiseta, el 26 (el número que se le asignó en el colegio), y fue hacia ella para interesarse por la casualidad. Se hicieron unas fotos y el croata le dio su teléfono «para lo que necesitase», relata el padre con incontenible emoción. Se reencontraron en Cáceres cuando la familia viajó para unas vacaciones hy él le regaló su camiseta. «Para él Haizea es increíble. Duje le dijo que siempre que él ha tenido un ídolo ha querido que le hagan caso, que la cuidaría en todo lo posible. El día de su Primera Comunión le mandó un mensaje y también en su cumpleaños le hizo una videollamada». La niña también ha conocido la sede del Cáceres de la mano de su entrenador, Roberto Blanco.

Con Duje Dukan.

Con Duje Dukan.

Pero hay más. En su corazón ha hecho hueco para el Hierros Díaz Miralvalle Extremadura y, particularmente, para María Romero. La escolta placentina medió para que la niña primero se hiciese unas fotos con el equipo antes del reciente partido que disputó el equipo en la cancha del Ausarta Barakaldo, pero las atenciones que recibieron fueron más allá. Y es que después de conseguir la victoria en la prórroga, todas las jugadoras la invitaron a celebrar todas juntas la victoria sobre el parquet. «Estoy muy feliz por cómo se portaron conmigo. Son todas muy buenas chicas», apunta.

Posando con el Miralvalle.

Posando con el Miralvalle.

«Nos ha sobrepasado cómo se han portado con nosotros. Nos han regalado hasta una sudadera del club», dice el padre. Sostiene que es importante darle visibilidad a la enfermedad, que es todavía muy desconocida. Se está investigando para encontrar una cura.  

Rubén habla con enorme admiración de lo contenta que ve a su hija: «ella está todo el día sonriendo. A mí me ha costado muchísimo asumir esto porque me ponía a hablar de ello y rompía a llorar. Ahora veo que la niña hace una vida bastante normal, que sigue con sus relaciones, y me he lanzado a intentar darle visibilidad a la enfermedad».

Ahora están buscando fecha en el calendario para devolver la visita a Cáceres Patrimonio y Miralvalle. Porque Haizea merece todo lo bueno que le pase y que todas las canastas vayan por ella.

Suscríbete para seguir leyendo