Tiene tres hijos, de 7, 14 y 18 años, y desde el 2009 ningún ingreso. Su pareja también está en paro desde hace dos años. Al borde de la exclusión social, el fin del curso escolar no supone el inicio de unas idílicas vacaciones. Más bien es una preocupación más para Antonia, la de dar de comer cada mediodía a dos bocas más, las de sus hijos menores que hasta el 30 de mayo almorzaban gratis en sus centros escolares. Tras un amago de desahucio, mantiene su casa: un piso de protección oficial en el barrio Bellavista de Mérida que hace meses que no paga porque no tiene ingresos. Las últimas facturas del agua las ha pagado Cruz Roja, y de luz tiene algún recibo pendiente. Para Antonia sería un alivio que los comedores escolares se abrieran este verano, como finalmente ocurrirá.

Tras la reclamación inicial del Campamento Dignidad y la propuesta de impulso de la Asamblea, presentada por PSOE, apoyada por IU y rechazada por el PP, gana la presión. Las Consejerías de Salud y Educación están ultimando con los servicios sociales, Cáritas y Cruz Roja, la puesta en marcha de comedores en las ocho principales ciudades de la región así como los posibles beneficiarios, que aún están por definir.

"Me vendría muy bien, aunque solo sea para mi Alberto", el pequeño de 7 años. "El está acostumbrado a comer dos platos a mediodía y yo solo puedo darle uno y con ayuda", lamenta. Arroz con tomate fue su alimento de la mediodía del martes pasado y dos horas más tarde ya estaba pidiendo galletas. "Sobrevivimos gracias a la ayuda que nos dan y no es mucha. Cáritas nos dio a principios de junio tres litros de leche, dos de aceite, tres paquetes de arroz, cuatro de pasta, atún y tomate, y hasta septiembre no vuelve a darnos más. Eso es insuficiente". Su madre también le echa una mano y otros miembros del Campamento Dignidad "que están un poco mejor que yo".

Los hijos de Antonia estarían entre los 450 que contabiliza el Gobierno regional que tienen dificultades para alimentarse en casa. Las cuentas salen de los servicios sociales de base de los consistorios, explica la Consejería de Educación, aunque el PSOE, impulsor de la medida en el seno de la Asamblea, dice que al menos los necesitados son cincoveces más. Entre 2.500 y 5.000 niños y jóvenes, baraja.

Esa guerra de cifras poco ayuda a los menores. "Son las víctimas de esta situación y no pueden ser utilizados para posiciones partidarias", critica José Manuel López Perera, director de Cáritas Coria Cáceres y presidente de la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social de Extremadura --formada por 16 entidades sociales-- y de la Plataforma del Tercer Sector. López, en sintonía con las últimas declaraciones de la consejera de Educación, Trinidad Nogales asegura que en la región no hay niños que estén pasando hambre, "aunque no cabe duda de que sí hay dificultades y hay que estar en alerta". Según el último informe de Unicef, el 46% de los niños extremeños hasta 17 años está en riesgo de probreza o exclusión social.

IMPROVISACION López apoya la apertura de los comedores allí donde sea necesario aunque reconoce que la llamada de la Asamblea sucede justo al final de curso y sin un estudio previo sobre los problemas de la región. "En ello nos hemos puesto a trabajar ahora. La Junta nos ha pedido información sobre las necesidades que estamos atendiendo. De momento nos han pedido datos, pero no que aportemos alimentos". Desde la organización avisan del riesgo de mezclar la política con situaciones tan sensibles como esta, "pero bienvenidas son todas las colaboraciones". López precisa que sobre la alimentación infantil preocupan tanto la ausencia del suficiente número de comidas al día, como la de una adecuada alimentación. "Ambos aspectos son importantes".

La necesidad también es detectada por los propios centros escolares donde comían los menores hasta el 30 de mayo. Un ejemplo es la demanda del colegio San Pedro de Alcántara, de Badajoz, y otro centros similares, que van a solicitar a la Junta abrir el comedor un mes más el próximo curso. "Creo que estaría bien, hay familias con situaciones económicas bastante complicadas y algunas nos lo han pedido", cuenta la directora, Agustina Carmona. Muestra de ello es que todos los alumnos que acuden al comedor de este colegio son becados.

Ocurre lo mismo en el colegio José María de Calatrava de Mérida. "Ubicado en una zona de exclusión social, obviamente vendría muy bien. Aquí también tenemos todas las plazas (50) de comedor becadas", cuenta el secretario del centro.

No hay que irse a zonas marginales. El colegio Donoso Cortés, de Cáceres, aprecia la misma necesidad. "Hay alumnos con la ayuda individual que han tenido que dejar de venir al comedor porque sus padres no podían adelantar el dinero mes a mes hasta que llegara la ayuda a final de curso y casos de niños que no empiezan hasta que les confirman la ayuda porque sus padres no se pueden arriesgar", cuenta María Isabel de Sande, la coordinadora de este comedor gestionado por el AMPA del centro, que reclama la gratuidad de las plazas.

Pero no todos los colegios están en la misma situación. "Aquí no tenemos muchas familias con esas necesidades", dice Teresa Rodríguez, directora del colegio General

Navarro, de Badajoz, y presidenta de la Asociación de Directores de Centros de Infantil y Primaria de Extremadura. La asociación no se posiciona sobre el asunto, pero ella opta por dar solución a la falta de recursos con otras medidas más acordes, como realizar campamentos estivales o repartos de comida a las familias.

Por su parte, la presidenta de la Federación de Ampas de Extremadura, Joaquina López, apoya plenamente la apertura de los comedores en verano, así como de otras instalaciones de los centros educativos, "que en muchas ocasiones son las únicas de un barrio o de un pueblo". Para aliviar a las familias, además, la Freapa exige a la Junta que el calendario del comedor escolar coincida con el inicio y la finalización del curso, ya que empiezan a funcionar en octubre y terminan en mayo.

La Junta, por su parte, no avanza detalles sobre el plan, pero ve complicado poner el servicio en marcha esta misma semana como se solicitaba. Asegura que está trabajando "a contra reloj para abrir cuanto antes en las ocho principales localidades de la región", según confirma la Consejería de Salud. Mientras, quienes sí han puesto ya remedios son el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, que a partir de mañana abre el comedor escolar del colegio Santiago Apóstol para 30 niños, y los vecinos del Gurugú de Badajoz, que con sus propios recursos, alimentarán cada mediodía a 40 menores. "Yo espero que en Mérida también se habrá alguno. Me haría mucha falta, porque aunque por la noche se coman un huevo, sé que a mediodía se alimentan en condiciones", explica Antonia.