En Portugal lo dan por hecho. Que el AVE Madrid-Lisboa tal y como se concibió en la famosa Cumbre de Figueira da Foz de 2003 entre José María Aznar y Durao Barroso ha muerto y no va a resucitar. El compromiso alcanzado llevaba implícita una línea de ancho europeo y electrificada entre ambas capitales ibéricas, de manera que se pudiera completar el trazado entre ambas capitales ibéricas en apenas 3 horas y media atravesando Extremadura de norte a sur y llegando a la capital portuguesa a través de un nuevo puente.

Ahora, la idea que baraja el Gobierno portugués pasa porque se pueda utilizar el mismo trazado que se va a impulsar para las mercancías y que los trenes españoles, sean los TAP, sean los futuros AVE cuando lleguen, puedan circular con pasajeros a un máximo de 250 kilómetros por hora, nunca a 350 kilómetros por hora, y entrar en Lisboa a través del Puente '25 de Abril'.

Sería un éxito en cualquier caso. No en vano, el anterior gobierno de José Sócrates abandonó totalmente la idea, por lo que recuperar el proyecto, aunque sea en términos mucho menos ambiciosos, supone una cierta dosis de aliento en la conexión con Madrid.

Lo prioritario ahora para Passo Coelho es "una línea que una los puertos marítimos del sur del país (Lisboa, Setúbal y Sines), que pase por Madrid, y siga por el norte hasta Francia". Esa infraestructura, que será de "altas prestaciones" -250 kilómetros por hora-, ocupará los mismos terrenos que estaban reservados para el trazado de la alta velocidad entre las dos capitales ibéricas y utilizará algunos tramos de vías ya existentes hasta conectar con Caia. Si esta línea se puede reutilizar después para pasajeros se hará dado que el corredor es mixto, pero sería una segunda opción.