Fue a partir en los primeros años treinta cuando Margarita Xirgú alzó la voz por primera vez entre las piedras del anfiteatro romano de Mérida. Dio vida a Medea . La asistencia masiva, con cerca de 5.000 personas en las gradas según recuerdan los cronistas, y la falta de acondicionamiento para tanta afluencia fueron los protagonistas de la función. Una segunda edición celebró en 1934 antes de la Guerra Civil. Tuvieron que pasar casi veinte años hasta que las piedras del anfiteatro volviera a acoger una pieza clásica. Esta vez fue Francisco Rabal el que dio vida a Edipo en 1954. Ochenta años y sesenta -y dos- oficiales amparan al festival que se ha convertido en seña de identidad del la representación de los clásicos.

En la última edición, la número 61, ya consiguió superar los 94.000 espectadores, según cifras de la dirección del certamen. Este año mantiene la programación durante el mes de julio y agosto con un casi una decena de adaptaciones de piezas clásicas. La programación paralela, conferencias, exposiciones, clases y los premios Ceres --que ahora se celebran cada dos años-- ponen broche a la fiesta del teatro.