Uno siempre piensa en lo que será en el futuro. En qué gastará su tiempo cuando llegue a la vejez. Esto lo hace desde el sofá de su casa. Normalmente lo hace una taza de café caliente. Ninguno piensa en acabar en la calle. Y los que viven en la calle no suelen hacer lo propio con el futuro. Un futuro que en la mayoría de las ocasiones tiene más corto plazo que el del resto. Pocos sobrepasan los 60 años. Según estimaciones de Cáritas, las personas sin hogar tienen una esperanza de vida de 20 años menos. Pasar tiempo en la calle desgasta mental y físicamente. La tensión de no tener un techo, la exposición a más enfermedades, la imposibilidad de recibir un tratamiento médico común como cualquiera.

Rais fundación pone de manifiesto que «en las grandes ciudades, para muchos ciudadanos las personas sin hogar son invisibles, se han convertido en parte del paisaje urbano» y señala que «acumulan una serie de problemáticas encadenadas que les convierte en el colectivo más gravemente afectado por la exclusión social» causada por los prejuicios y los tópicos.

Son estos estereotipos los que condicionan que este colectivo esté expuesto a mayor violencia o discriminación. De hecho, según el informe del centro de acogida Assis, más de la mitad de las personas sin hogar han sufrido alguna agresión, como robos o amenazas.

La fundación hace también hincapié en el proceso hasta llegar a quedarse sin casa y menciona algunos factores que contribuyen a esa exclusión severa. El Instituto Nacional de Estadística establece en sus últimos estudios que el 30% tiene una enfermedad crónica; el 16%, una enfermedad mental y el 15%, una discapacidad reconocida. Además menciona factores como la falta de empleo, el abuso de sustancias o la falta de apoyo social. El 19% no dispone de tarjeta sanitaria. Sean cuales sean los agentes determinantes, lo que esta claro es un dato revelador. En España muere una persona sin hogar en la calle cada cinco días. g. guerra