El despertar para los más de 500 trabajadores de ‘El Escobar’, la fábrica hortofrutícola que ha quedado prácticamente calcinada tras el incendio que aún sigue activo, ha sido muy gris. "He pasado la noche en shock, una sensación muy rara viendo los vídeos y leyendo las noticias que salían", cuenta Jacinto Collado, vecino de Calamonte, 45 años.

La central es el sustento económico de muchos hogares de esta localidad. “En cualquier familia del pueblo hay un miembro trabajando ahí. Yo empecé con 17 años, haciendo campañas de verano y ahora estaba en las oficinas durante todo el año y ahorrando para construir mi casa. Es una ruina", narra Alba Cordero, 27 años. Y es que prácticamente el 75% de la plantilla de dicha central es de este municipio pacense.

"Hay muchas familias que dependen todo el año del trabajo de allí. Muchos jóvenes hacen la campaña de verano para ayudar en casa, como por ejemplo mi hija, son jornales que alivian mucho", dice Gero Barrena, 49 años, que se encontraba en el momento del incendio en la zona de paletización. 

Trabajadoras de la central en una imagen de archivo. EL PERIÓDICO

‘El Escobar’ también es un salvavidas laboral para otras localidades cercanas. "Empecé como carretillero en el año 2012, antes trabajaba en la construcción pero llegó la crisis del ladrillo y esta empresa me abrió las puertas de par en par. Aquí venían trabajadores de Arroyo de San Serván, San Pedro de Mérida, Torremayor…”, comenta con cierta angustia Jacinto, que también se encontraba en la fábrica a la hora del incendio.

Susto y rapidez

El incendio se originó sobre las 18.00 y provocó un susto bastante grande entre los trabajadores. "De repente empezaron a decir ‘fuera, fuera, hay un incendio’ y fueron momentos de incertidumbre, pero la verdad que todo el mundo hizo caso y salimos en unos cinco minutos de allí”, comenta Gero Barrena.

"Alguna vez hemos hecho algún simulacro, pero claro no es lo mismo porque sabes que no hay fuego. Fue un susto bastante grande, pero no hay que lamentar daños personales y es lo importante, y es lo que decimos todos los compañeros”, señala esta trabajadora.

A Alba la sorprendió en las oficinas. "Estaba bajando con unos papeles cuando escuché gritos y rápidamente nos dijeron que teníamos que salir. Son muchos recuerdos en esa fábrica, momentos buenos, muchas anécdotas. Es una pena ver las imágenes y los vídeos", cuenta.

Una situación para la que nadie está preparado: "Por la hora que era, al ver tanta gente salir pensé que era el parón para tomar el café. Luego escuché gritos y ya supe que algo estaba pasando. Hubo cuatro o cinco choques con los coches, lo típico al intentar salir lo más rápido posible", detalla Jacinto Collado.

Combustible y futuro

La columna de denso humo negro era visible hasta más de 30 kilómetros a la redonda. "El incendio se produjo en una parte donde había más de 2.000 palets de plástico, y ten en cuenta que en la zona que nosotros denominamos ‘el doblado’, que está justo en la parte superior, había cajas de madera, de plástico y cartón...que son en las que va confeccionada la fruta. Eso era gasolina para las llamas", dice Collado.  

No obstante, todos los trabajadores miran con optimismo el futuro. "Ahora estamos en stand by, a la espera, es muy reciente, pero esta fábrica está situada en un punto estratégico, tenemos muchas zonas de frutales cercanas, yo creo que volverá a instalarse aquí", argumenta Collado, que no la da por perdida.