No han atravesado países ni se han topado con la barrera del idioma al llegar a su destino; pero Raúl García (Colmenar Viejo, en Madrid) y Pere Farrán (Ivorra, Lérida) también han hecho la maleta y han recorrido kilómetros para vivir una experiencia similar a la de los Erasmus (el programa europeo para estudiar un curso académico en otro país), aunque en su caso sin salir de España. Aquí el objetivo es que jóvenes agricultores se aproximen a otras perspectivas del trabajo, en proyectos de éxito que funcionan en comunidades autónomas distintas a las suyas y en las que pueden aprender técnicas o manejos extrapolables a sus explotaciones. Desde Lérida y Madrid, el punto de encuentro para estos dos agricultores y ganaderos ha estado en la última semana en una finca extremeña de aromáticas (lavandín, romero, salvia, caléndula e hipérico) y ganado en extensivo (ovejas, vacas y cerdos) en Peraleda de la Mata.

«Es un experiencia muy enriquecedora», concluye Raúl García unas horas antes de emprender el camino de vuelta a casa. Está en mitad de la dehesa, sujetando los aperos con los que están aprendiendo a trazar una línea clave para favorecer la infiltración de agua en el terreno (aprovechando su desnivel) y mejorar así su capacidad para retener la humedad, al tiempo que se reduce la pérdida de suelo por el efecto del arrastre del agua. Ya lo han visto en los días previos de forma teórica en el aula de la finca, pero ahora toca testarlo sobre el terreno para despejar cualquier duda antes de terminar esta semana de aprendizaje. 

Carmen muestra a Raúl la grieta en la que crecen las plantas de lavandín en la dehesa. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

5 días de aprendizaje en Extremadura

«Es una iniciativa de gran valor, en este sector y en cualquier otro; porque te brinda la oportunidad de trabajar en proyectos que tienen similitudes con el tuyo, pero que hacen las cosas de otra manera», cuentan desde UPA-UCE, una de las organizaciones agrarias que desarrolla esta iniciativa del Ministerio de Agricultura para titulares de explotaciones de menos de 41 años. Les ofrece la oportunidad de adquirir y consolidar in situ conocimientos de interés para su actividad, a través de estancias de entre cinco y 14 días, en las que además se les costea tanto la estancia como los desplazamientos. Se conoce como Programa Cultiva y desde noviembre de 2021, seis alumnos han pasado por explotaciones extremeñas (hay 18 inscritas). 

«Si pudiera, repetiría la experiencia sin dudarlo. Nunca había trabajado la regeneración del suelo como aquí»

Raúl García - Ganadero de la Comunidad de Madrid

Raúl y Pere son los últimos de esta edición y han llegado de la mano de UPA-UCE. Antes que ellos, han pasado otros cuatro procedentes de Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha y Galicia, de la mano de Cooperativas Agroalimentarias. Recalaron en varias fincas de Cáceres y Badajoz para conocer, por ejemplo, el manejo de pastos holísticos o sistemas innovadores de ordeño. 

«Me interesaba ver el pastoreo aquí, que se ha hecho toda la vida y en Cataluña hay poco»

Pere Farrán - Agricultor y ganadero de Lérida

«Las explotaciones que hay en Cataluña no son de pradera como aquí sino estabuladas. Aunque allí está aumentando el pastoreo ahora, no hay mucho, y aquí llevan toda la vida haciéndolo y me interesaba ver cómo se trabajaba en otros territorios», resalta Pere Farrán. Por eso se decantó por la explotación de Peraleda entre las más de 200 que ofrecía el proyecto por toda España, a pesar de los más de 800 kilómetros que la separan de la suya. Su pretensión inicial era ver el manejo de las vacas en extensivo porque está apostando por ese modelo en la explotación familiar, como complemento del cultivo de cereales y oleaginosas tanto en ecológico como en cultivo ordinario. La falta de precipitaciones hasta esta última semana han trastocado los planes y aún no han trasladado al ganado ovino a la finca, aunque se lleva otras experiencias que le interesan «sobre el manejo de la pradera y cómo mejorarlas con un sistema más regenerativo», desataca. 

Lecciones bajo la lluvia

«Las lluvias han llegado muy tarde y no sabemos si podremos meterlas en la finca este año, porque la prioridad de nuestro modelo de trabajo no es sacar mucho rendimiento hoy, sino que no esquilmemos el territorio», apunta Carmen Perona, responsable de biodiversidad del proyecto Vivencia Dehesa, la única área privada de interés ecológico de Extremadura; la universidad del campo en la que Pere y Raúl se han formado en la última semana. Perona ha ejercido como docente con ellos en los cinco días de trabajo en los que han ido alternando el aprendizaje teórico en el aula con las prácticas en el campo en función de lo que les han permitido las lluvias de esta semana. «Hemos trabajado bien a pesar del agua, que es muy bienvenida», resaltan todos. Aún así, en los momentos en los que más descargaba aprovechaban para avanzar en la parte teórica.

«Es un proyecto muy enriquecedor. Ver cómo trabajan o cómo implementan cosas por su cuenta »

Carmen Perona - Responsable de la Finca de Peraleda de la Mata

El viernes por la mañana la lluvia ha dado una tregua y se pueden aprovechar al aire libre las ultimas horas de formación para que vean sobre el terreno cómo trabajar las grietas (una especie de surcos separados por varios metros) que tienen abiertas entre las encinas y en las que asoman pequeños ramilletes de lavandín, una planta aromática. Un rato antes se han ido deteniendo en algunas de las encinas de la dehesa junto a José Pablo López, un técnico ambiental que trabaja en la finca, para conocer el tipo de poda ligera que se les ha aplicado, con el fin de retirar partes muertas y que se desarrollen con más vigor. De vuelta a la zona de aromáticas, les muestra los restos de esa poda, que trituraron y disgregaron por la dehesa para enriquecer su suelo. Los dos alumnos prestan atención a las indicaciones, plantean sus dudas y también aportan. «Trabajar con gente joven siempre es muy enriquecedor; ver cómo ellos van implementando técnicas por su cuenta», reconoce Perona, que es licenciada en Ciencias Ambientales y experta en gestión de biodiversidad en espacios mediterráneos.

Un momento de las explicaciones sobre la tala 'ligera' practicada a las encinas. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

A Raúl García le atrajo esta finca en Extremadura, precisamente, por su trabajo en la conservación de la dehesa y la regeneración de los suelos. «Me parece muy interesante porque es algo que nunca hemos tenido en cuenta en mi explotación. No hemos hecho sobrepastoreo porque llevamos ganado en extensivo y lo vamos moviendo de unos terrenos a otro, intentando que no se agote nada. Pero no hemos tomado medidas como las que aplican aquí de airear el suelo para descompactarlo y que vuelva a producir más; o usar abonos fabricados a partir del cultivo de los microbios que hay en el suelo para aplicarlo después de nuevo en el suelo. Son manejos que no son muy costosos y que, en el contexto actual, pueden ser la diferencia entre mantener la viabilidad en la explotación o cerrar todo», dice el ganadero madrileño, que asumió hace poco más de un año la explotación familiar, cansado de enlazar contratos temporales en otros sectores. «Repetiría la experiencia, sin dudarlo. Pero no creo que pueda porque tengo 41 años», lamenta. 

Aun así, ha exprimido bien la oportunidad este año con estancias en Galicia y Cantabria, además de esta última en Extremadura. «La mejor forma de conocer si lo que hacen otros puede ser bueno para mí es verlo», apunta. Por eso ha aprovechado las tres aventuras de aprendizaje, aunque implicara preparar la maleta y hacer kilómetros. Cada vuelta, la ha hecho también con una mochila adicional de experiencias.