El Periódico Extremadura

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Jairo Vargas Martín Periodista extremeño y corresponsal de guerra en Ucrania

«Se percibía un clima de unidad contra la invasión que te impactaba»

Jairo Vargas. EL PERIÓDICO

Jairo Vargas Martín es periodista y fotógrafo extremeño, de Caminomorisco. Comenzó en la redacción de El Periódico Extremadura. Desde 2012 trabaja como reportero de Público. Ha hecho varias coberturas en Venezuela, Colombia y Bangladés, pero el primer conflicto armado que ha cubierto ha sido la guerra de Ucrania.

¿Cómo entró en el país? 

No es relativamente complicado, pero se tarda. Ucrania tiene cerrado su espacio aéreo, para acceder tienes que llegar a un país vecino y desplazarte hasta la frontera. Yo fui desde Madrid a Polonia y tuve que acercarme desde Cracovia en coche hasta la frontera con Ucrania. Después cruce el límite a pie, porque no se podía entrar con vehículos, y una vez allí, me desplacé en coche desde el puesto fronterizo hasta Leópolis, a 70 kilómetros de la línea de demarcación. Esperé un tren nocturno, que siguen en funcionamiento, hasta Kiev. Cuando yo llegué, 12 o 13 de marzo, llevaban tres semanas de invasión y se pensaba que las tropas rusas entrarían en la capital en cualquier momento. Los vagones que iban llenos de Kiev a Leópolis volvían vacíos en el sentido contrario, solo viajábamos periodistas internacionales y algunos soldados o voluntarios que querían ir a combatir. 

¿Cuáles fueron las primeras impresiones?

Un país lleno de gente que ha puesto su vida en pausa. Una nación presa del miedo, familias enteras en una ciudad que no es la suya, huyendo desde varias zonas del país buscando algún sitio más o menos seguro. Un país en shock.

¿En qué situación estaba Kiev? 

Una ciudad vacía totalmente, fantasma, en la que solo había por la calle militares, barricadas y puestos de control. Estaban bajo una amenaza bastante real, en cualquier momento tropas rusas podían romper el cerco de defensa y entrar, o ser bombardeada como ocurrió finalmente. Yo me hospedaba en un hotel en el centro de la plaza de Maidán, donde te imaginas cómo tienen que estar en circunstancias normales, un contexto que choca con la realidad actual de una ciudad completamente desierta. Una situación que has leído y lo has visto en otras épocas de la historia, pero te impacta verlo en directo y en un país tan cercano. 

¿Qué recorrido realizó?

Estuve unos días en Kiev documentando, cuando empezaron a producirse con más asiduidad los bombardeos a la ciudad. Ataques que especialmente han estado afectando a edificios de viviendas, donde no había o no parecía que hubiera posibles objetivos militares. Me parecía importante contar que al final la población civil es la que queda más expuesta a las atrocidades que se cometen en la guerra. Informar sobre víctimas que viven bombardeos, personas que tienen que salir con lo puesto en un país en guerra donde no hay muchos sitios a donde ir. Luego decidí moverme al ver que no llegaba esa ofensiva por parte del ejército ruso a Kiev. Me desplacé a la segunda ciudad más importante, Járkov, a unos 40 kilómetros de la frontera con Rusia; una localidad que estuvo sometida desde el primer día a los diferentes ataques, pero que había estado resistiendo. Me interesaba ver cómo aguantaba una urbe tan grande y tan cercana a la frontera rusa. Quería saber cómo se las estaba apañando la población civil que todavía no había abandonado la ciudad y estaba sobreviviendo a un bombardeo constante; y por otra parte cómo los soldados ucranianos intentaban mantener la línea de defensa.

Siendo su primera vez como reportero en un conflicto armado, ¿qué es lo que más le ha sorprendido de la guerra? 

La resistencia de Ucrania, que es algo que a priori, quizás no se contaba con ello, que un ejército tan inferior sea capaz de resistir e incluso hacer retroceder a las tropas rusas. Además, me llamó la atención la unidad que hay entre todos las ciudadanos ucranianos que se han quedado, no solo de los soldados, también una gran cantidad de voluntarios que se ofrecen no exclusivamente para combatir. De hecho, ya en los últimos días, el ejército ucraniano no podía aceptar más voluntarios. También había jóvenes que se organizaban para recoger medicinas, alimentos o ayudar a la gente que se refugiaba en el metro. Se percibía un clima de unidad contra la invasión que te impactaba; todo un país al servicio de su propia defensa.

¿Qué diferencia esta guerra de otras?

Esta es la primera guerra como tal que cubro, entonces me cuesta mucho hacer comparaciones, pero me parece un conflicto armado diferente a los que hemos visto en los últimos años en otros países, como Siria, Libia o incluso Yemen. El diseño es bastante similar a lo que se podía ver en la Segunda Guerra Mundial, con un avance por tierra, bombardeos y de intentar consolidar grandes ciudades.

¿Por qué se ha vuelto?

En principio la cobertura que tenía planeada era de unas tres semanas y decidí volverme cuando se había terminado ese plazo. Por otra parte, la última semana en Kiev, las dificultades para trabajar como periodista se incrementaron porque se había dejado de informar de muchas cosas que estaban ocurriendo. En esos momentos costaba acceder a lugares de interés como ciudades liberadas por razones de seguridad o simplemente porque el gobierno ucraniano no estaba dejando pasar a la prensa, aunque ciertos medios grandes e internacionales disponían de mayores facilidades. Después de unos días de complicaciones decidí que era un buen momento para volver a descansar.

¿Sintió miedo en algún momento?

La prensa nunca está protegida realmente en un conflicto, igual que la población civil, hay que recordar que han muerto al menos nueve periodistas. Miedo como tal he pasado sobre todo los primeros días que te encuentras muy nervioso ante cualquier cosa, tienes todos los instintos bastantes concentrados. Es cierto que a medida que van pasando los días te vas habituando a ir por la calle y al sonido de las explosiones. Quizá la situación más peligrosa fue encontrarme en uno de los puntos de la línea de defensa del ejército ucraniano, en un barrio al norte de Járkov, donde se producían ataques rusos. En ese momento no hubo una gran ofensiva y no me pasó nada, pero sí que es cierto que cuando estás en el sitio donde sabes que caen los bombardeos y escuchas la artillería cerca debes correr a refugiarte.

¿Cómo es la información de guerra?

Hay muchas noticias falsas, siempre se han producido, es uno de los grandes fenómenos del siglo XXI que está poniendo en serios apuros a la prensa. En Ucrania se han producido como en cualquier guerra. El problema es que en un conflicto es muchísimo más complicado dar con las fuentes o poder ver de primera mano lo ocurrido. Por ejemplo, con la matanza de Bucha se están contraponiendo versiones, por ahora no tenemos una prueba contundente de que estos asesinatos se hayan cometido por los soldados rusos, aunque obviamente todo apunta a ello, porque es una zona que ha estado bajo su control.

¿Cree que el conflicto armado va a terminar o va para largo?

Es una predicción difícil de acertar, porque como todos sabemos Vladimir Putin es imprevisible. Ahora mismo no hay indicios que nos hagan pensar en una retirada total de las tropas rusas de Ucrania. Por otro lado, no vemos que haya avances claros en las negociaciones de paz entre las delegaciones. Este no es un conflicto que lleve un mes y medio, comenzó en 2014 y está enquistado. Creo que va a durar tiempo, a lo mejor no será una guerra de grandes ofensivas en varias ciudades como la actual, pero el conflicto principal seguirá en la zona este del país hasta que haya algún acuerdo. Si esto no sucede se quedará enquistado como otros conflictos similares de estados europeos, como Moldavia, donde sucedió algo parecido en los años 90. 

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