El Periódico Extremadura

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consecuencias de las altas temperaturas en las aulas

Extremadura: al colegio con 38 grados

Desde el año 2017 la región cuenta con un protocolo para adaptar las clases al calor, pero cada centro decide y lo debe aprobar el Consejo Escolar. Educación descarta instalar aires acondicionados: supondría una inversión de unos 300 millones de euros y más gasto eléctrico

Un aula con ventilador para hacer frente a las altas temperaturas, en junio de 2017. EL PERIÓDICO

Junio de 2017: una «excepcional» ola de calor hace que Extremadura supere los 40 grados antes de la llegada ‘oficial’ del verano y a unas semanas del fin del curso escolar, saltan todas las alarmas: los padres muestran su preocupación por las «elevadísimas temperaturas» que los niños tienen que soportar en clase y los sindicatos docentes exigen, entre otras medidas, acortar la jornada escolar, especialmente para los más pequeños. 

Este año la ola de calor se repite, solo que adelantada al mes de mayo, y si bien la inmensa mayoría de los centros escolares siguen sin tener sistemas de climatización, ahora sí cuentan con más margen de actuación porque la problemática de hace cinco años obligó a la Administración empezar a tomar medidas contra un fenómeno que amenaza con convertirse en más habitual de lo que nos gustaría. 

Tras la polémica surgida entonces, en julio de 2017 la Consejería de Educación aprobó un protocolo genérico contra el calor en las aulas que contempla medidas como la reducción de la jornada lectiva en junio y septiembre, la adaptación de las actividades y recreos o el traslado a dependencias más frescas si hay disponibilidad de espacio. Son los equipos directivos de los centros, previo informe del Consejo Escolar, quienes deben decidir las medidas a adoptar en cada caso, que deben estar justificadas siempre por un fenómeno meteorológico adverso. 

Pero no es fácil: acortar la jornada lectiva afecta a la conciliación y a su vez influye en el funcionamiento de servicios como el comedor escolar o el transporte, de ahí que los centros que opten por esta vía tengan que garantizar a las familias que lo soliciten mantener a sus hijos en los centros hasta el horario de salida. 

Baja calificación energética

La mayor parte de la red de centros educativos de Extremadura (700 centros y unos 1.800 edificios de uso escolar) se asienta sobre edificios de más de 30 años de antigüedad y, aunque muchos de ellos han sido reformados mejorando su eficiencia, la calificación energética de partida de estos sigue siendo baja, salvo en el caso de las nuevas edificaciones.

A raíz de la citada polémica, en 2018 se realizó un estudio de tanteo en los centros educativos de Mérida y Cáceres, «representativas en cada provincia de la problemática del calor en las aulas». Se observaron los días de mayo, junio, septiembre y octubre en los que la temperatura exterior superaba de forma sostenida los 27 grados en horario lectivo, de forma que pudiera verse comprometida la calidad de la actividad docente. Se estudiaron los años 2013, 2014, 2015 y 2016. Se descartaron los años 2017 y 2018 por considerarlos «con claras anomalías climáticas extremas». Igual sucedió con 2021, cuando no hubo episodios de calor ni en mayo, ni en junio, ni en septiembre. 

El resultado de dicho estudio fue que los días en los que la temperatura había podido afectar y condicionar el confort térmico y comprometer el rendimiento escolar fueron 5,25 días al año en Cáceres y 9 días al año en Mérida. No obstante, incluso esos días de más calor, hasta las 11 o 12 de la mañana la temperatura exterior era inferior a 27 grados y con las ventanas abiertas se conseguía un cierto confort térmico.

Según un informe del Servicio de Obras de la Consejería de Educación y Empleo, la climatización convencional con aire acondicionado no es, actualmente, una solución adecuada al problema de la temperatura elevada en las aulas: sería necesario actuar en cada uno de los 700 centros educativos y el coste total de la reforma supondría una inversión de entre 200 y 300 millones de euros. 

Sería necesario además ampliar la potencia eléctrica contratada, lo que conllevaría un aumento de la factura eléctrica para todo el año, cuando el periodo de uso anual (algunos días de mayo, junio y septiembre) sería relativamente breve. «Supondría una inversión enorme de difícil estimación para solucionar un problema estacional cuya duración suele ser breve, ya que el horario lectivo suele terminar a las 14.00 horas y en los intervalos de mayor calor los centros suelen estar cerrados o con poca actividad», indica Educación.

Por ello, en estos últimos años se ha optado por otras vías, especialmente las obras de rehabilitación energética: son constantes las obras que contemplan actuaciones sobre la envolvente térmica (fachadas, cubiertas, carpinterías exteriores, vidrios y persianas), iluminación y calefacción, que se implantan «de manera progresiva atendiendo a las demandas y necesidades reales de los centros».

A ellas se destina una parte muy importante de los recursos presupuestarios anuales que se disponen para obras: actualmente se trabaja en una inversión de 10 millones de euros para 101 colegios rurales (en 45 ya han terminado) y otros cinco millones para institutos de Secundaria, en ambos casos con cargo a fondos europeos. Asimismo, la Junta realizará, con una inversión de 1,8 millones, una auditoría energética para conocer las necesidades reales de cada centro en este aspecto.

Proyecto piloto en Mérida

Dado que el aire acondicionado convencional no se valora como una solución adecuada para la climatización de las aulas, la Consejería de Educación está explorando otras vías, entre ellas un proyecto piloto que se está llevando a cabo en el colegio Ciudad de Mérida con enfriadoras adiabáticas y láminas de control solar en las ventanas. Según explica Educación, se ha elegido este centro porque pese a ser relativamente nuevo, existe un problema de exceso de calor en los meses de mayo, junio y septiembre: los ventanales y lucernarios proporcionan excesiva cantidad de luz y emisión de calor en las aulas. Como solución se han planteado dos alternativas para valora la eficacia de cada una de ellas y poder exportar las conclusiones del estudio al resto de la red de centros. 

Por un lado, en un tercio de los espacios del centro se ha dotado a las ventanas de unas láminas transparentes externas que reducen las radiaciones ultravioletas, proporcionando un ambiente más agradable, a la vez que se reduce la temperatura en las aulas.

En otra tercera parte del centro se ha instalado un sistema de climatización con enfriadoras adiabáticas: pequeñas réplicas de torres de ventilación cuyo principio es la reducción de temperatura por evaporación de agua. Este nuevo sistema es mucho más económico que la colocación de aparatos de aire acondicionado convencional y de menor consumo.

Otro tercio del centro se dejará tal cual, para tener una zona testigo de las condiciones iniciales y poder comparar con la nueva situación creada por las láminas y las enfriadoras. En todas las clases se instalarán sondas de temperatura y humedad con registro de datos para su análisis.

Tanto lámina como las enfriadoras están ya colocadas y funcionando:se han instalado solo hace unos días, por lo que no se tendrán las primeras conclusiones hasta octubre.

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