Extremadura se acerca al ecuador de la época de peligro alto

El gran incendio de Gata y Hurdes casi alcanza lo quemado en 2022

El Infoex rebaja a 10.000 hectáreas lo arrasado en mayo, 1.000 menos que todo lo que se quemó el año pasado. Desde enero se han registrado 279 focos, un 57% menos que hace un año (488) a pesar de la falta de lluvias

Efectivos del Plan Infoex, en una  de las jornadas del incendio de mayo en Gata y Hurdes.

Efectivos del Plan Infoex, en una de las jornadas del incendio de mayo en Gata y Hurdes. / PLAN INFOEX

La campaña de peligro alto de incendios de 2023 está siendo, de momento, sosegada para los equipos del Infoex. En poco más de dos semanas se alcanza el ecuador del dispositivo en la máxima alerta y lo cierto es que pase lo que pase en este periodo y en lo que queda de año, la estadística ya quedó dinamitada por el fuego que arrasó unas 10.000 hectáreas en pleno mes de mayo, según la última estimación del Infoex esta misma semana. El dato rebaja en unas 2.000 hectáreas la primera estimación que se había hecho, porque no se habían contabilizado las islas verdes que había en el interior del perímetro del fuego. Aun con eso, en los cuatro días en los que el fuego avanzo sin posibilidad de control por las comarcas de Las Hurdes y la Sierra de Gata, se calcinó el 90% de lo arrasado en todo 2022, 11.038 hectáreas, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica. El fuego más grave en lo que va de año y uno de los más importantes de las dos últimas décadas se inició el 17 de mayo, cuando aún ni se había activado el peligro alto de incendios (arrancó el 1 de junio), aunque sí se había elevado la alerta desde hacía mes y medio por la sequedad del terreno y el calor que hizo en los meses de abril y mayo. 

Los incendios forestales quemaron 11.000 hectáreas en 2022, 7.000 en los de Hurdes, Gata y Torre de Don Miguel

Al margen de este incendio, no hay datos de la superficie quemada en lo que va de año porque el Infoex no da cifras provisionales en mitad de la campaña; aunque lo más probable es que ya se ronde esa cifra. De lo que no hay duda es de que el balance de hectáreas de 2023 superará al del año anterior

Otra cosa será el número de fuegos. En lo que va de año se han producido en Extremadura 279, y eso supone un 57% menos que en el mismo periodo de 2022, que hubo 488. La principal diferencia está, según apuntan desde el Infoex, en los fuegos que se registraron entonces en la época de peligro alto: solo entre el 11 y el 19 de julio de 2022 hubo 24, entre ellos los grandes incendios de Las Hurdes y Casas de Miravete; y fueron 223 en el verano.

«De momento la situación es mucho más tranquila. Lo que llovió a finales de mayo y en junio ha aportado humedad al terreno en las zonas de combustible; y en el resto hay poco pasto que pueda arder», apunta el director del Infoex, Juan Carlos Gómez. Tampoco se han registrado hasta el momento grandes olas de calor como sí hubo el año pasado en el mes de julio.

Las lluvias de mayo y junio están favoreciendo una campaña de incendios más tranquila

Por ese motivo, hasta ahora no se ha solicitado tampoco este año la colaboración del ejército para las labores de vigilancia, como sí se hizo por primera vez en el verano de 2022, después de que, mientras trataban de extinguir los grandes incendios de Hurdes y Miravete, se inició otro (presuntamente intencionado) en los pilones de Jerte. La Brigada Extremadura se incorporó a finales de julio a esas tareas frente a los incendios.

Crecen los grandes incendios forestales

Los grandes incendios forestales son uno de los principales caballos de batalla de los servicios de extinción. El abandono del mundo rural y algunas medidas de protección ambiental está favoreciendo la acumulación de combustible; y el cambio climático está incrementando los periodos extremos de sequedad y temperaturas, y también su duración.

Según la estadística del Ministerio para la Transición Ecológica, en 2022 se produjeron 57 Grandes Incendios Forestales en España (GIF) (aquellos que superan las 500 hectáreas afectadas). En Extremadura hubo tres en ese periodo: Ladrillar (3.241), Casas de Miravete (2.748) y Torre de Don Miguel (1.009). 

En la estadística nacional los GIF registrados supusieron un 80,78% de la superficie total afectada, siendo sólo el 0,54% del total de siniestros ocurridos durante el año. Las proporción de hectáreas calcinadas en los grandes fuegos es algo menor en Extremadura (70%) en ese mismo año. Este porcentaje de superficie afectada por gran incendio es además el más alto del decenio en España.

Frente al clima hay pocas soluciones y no son a corto plazo. Pero el decano del Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales, Iván Muñoz, aboga por introducir cambios en la política forestal que permitan «compatibilizar» la protección ambiental con la prevención. «Si no se actúa estamos abocados a seguir con grandes incendios forestales», subraya. La clave, a su juicio, romper la continuidad de las grandes masas forestales de coníferas. 

Esa ruptura de las grandes masas forestales es lo que defiende también Fernando Pulido, catedrático de Producción Vegetal de la Universidad de Extremadura (UEx). Él diseñó el mosaico que se puso en marcha tras el gran incendio de Gata de 2015; y ahora ha hecho otra propuesta para la zona de Hurdes que ardió en 2022. «Volver a llenar de pinos esa zona es generar el siguiente incendio», indica. Su propuesta pretende también limitar a las zonas más altas las masas forestales para alejar el riesgo de incendios de los pueblos.

Miravete reverdece lentamente y Ladrillar busca ser sumidero de CO²

Los de Casas de Miravete y Ladrillar fueron los dos grandes incendios forestales de 2022 en Extremadura y se produjeron de forma casi simultánea entre el 11 y el 19 de julio, en medio de una ola de calor. Fueron días críticos. En la tarde del 11 de julio, un rayo prendió el valle de Ladrillar; y el 14 de julio se inició el de Casas de Miravete, que afectó también a una parte del Parque Nacional de Monfragüe. En conjunto los dos incendios arrasaron 5.289 hectáreas, casi 400 en el interior del espacio protegido. ¿Cuál es la situación un año después?

Las dos zonas afectadas van instalándose en cierta normalidad, aunque a distinto ritmo y por diferentes caminos también. En Casas de Miravete (2.748 hectáreas quemadas) primero se trabajó en contener las cenizas y evitar la erosión, y más tarde se plantaron 2.000 encinas y alcornoques (unos 20 árboles por hectárea) en la zona más baja (los terrenos entre Casas de Miravete y la autovía A-5) para sustituir la maleza por un paisaje adehesado que impera en esa zona. Que los árboles alcancen cierto porte tardará unos 20 años, pero los plantones comienzan ya a dar vida nueva a una zona arrasada el pasado julio. En la zona del pico, sin embargo, lo que se hizo fue retirar los restos quemados y favorecer que se vaya regenerando de forma natural los pinos y eucaliptos. Otra cosa es la huella del incendio en los vecinos de un año después. «Aún no he podido reparar el gallinero y algunos de los animales que no murieron en el fuego tuve que sacrificarlos después por las malas condiciones en las que quedaron», recuerda Ángel Aguilar, vecino de Casas de Miravete. El fuego arrasó con una pequeña parcela en la que había gallinas, conejos y cerdos, además de conejos y gatos. «La verdad es que tampoco he recibido ninguna ayuda, más allá de la paja y el pienso que nos dieron en los primeros días para los animales", dice.

Tras días críticos y casi 6.000 hectáreas quemadas, tanto Casas de Miravete como Ladrillar avanzan en la regeneración

En el valle de Ladrillar (3.241 hectáreas quemadas) los trabajos de limpieza sí se han ido ejecutando, pero está pendiente la regeneración completa del terreno. Desde el Instituto de Investigación de la Dehesa de la Universidad de Extremadura (UEx) se elaboró una propuesta a petición del Ayuntamiento de Ladrillar para ejecutar allí un ‘mosaico’ en la línea del proyecto que se llevó a cabo en Gata tras el incendio de 2015. En este caso lo que se plantea es que las masas forestales se limiten a las zonas más altas y alejadas de los núcleos de población; y que en el resto se introduzcan especies productivas de alcornoques, frutales o castaños que generen un «cinturón defensivo», apunta Fernando Pulido, catedrático de Producción Vegetal de la Uex y autor de la propuesta. 

Trabajos de reforestación en la zona quemada por un incendio forestal en Miravete el pasado enero.

Trabajos de reforestación en la zona quemada por un incendio forestal en Miravete el pasado enero. / LORENZO CORDERO

No obtuvo respuesta sobre la misma, pero el consistorio ha firmado ya un convenio con el grupo Sylvestris (vinculado a Repsol) para reforestar la zona afectada con pinos y convertirse en un sumidero de dióxido de carbono (CO²): un espacio forestal destinado a compensar el exceso de emisiones de gases de efecto invernadero que algunas empresas tienen. Según el convenio, la empresa tendría esos terrenos disponibles durante 50 años.

«Aún están sacando la madera quemada, pero ya está firmado el convenio y estamos a la espera de que se haga el proyecto de repoblación», apunta sobre la iniciativa el alcalde de Ladrillar, Santiago Domínguez. Lo que recoge el anteproyecto plantea repoblar con pinos, castaños alcornoques y también algo de aromáticas para favorecer la actividad apícola que hay en la zona.

La idea del regidor sobre ese proyecto va en todo caso en línea con lo que plantea la propuesta de la Uex y confía en que en la redacción definitiva, ya en marcha, se introduzcan algunos cambios: «Que alrededor del pueblo sean plantaciones productivas para que las inmediaciones de las poblaciones están más limpias», apunta. Confía además en que a la repoblación que pueda hacer la empresa (unas 500 hectáreas) se unan otras de la Administración regional.

«Los buitres negros han vuelto al Parque Nacional de Monfragüe»

«Los buitres negros han vuelto al Parque Nacional de Mofragüe; y los alcornoques, madroños y brezos han rebrotado a pesar de que ha sido una primavera muy seca. El Parque Nacional de Monfragüe está evolucionando bien», resume la directora del espacio protegido, Carmen Martín López. 

Trabajos manuales para retirar la madera quemada con mínimo impacto en el Parque Nacional de Monfragüe.

Trabajos manuales para retirar la madera quemada con mínimo impacto en el Parque Nacional de Monfragüe. / PARQUE NACIONAL DE MONFRAGÜE

El inicio del incendio de Casas de Miravete, a las puertas del parque y dentro del territorio catalogado como Reserva de la Biosfera, hizo saltar todas las alarmas por el riesgo de que las llamas entraran en los terrenos más sensibles en la umbría, donde se conserva un bosque mediterráneo único. 

El fuego calcinó finalmente 400 de las 18.396 hectáreas del espacio protegido, a pesar de los esfuerzos por detener el avance en esa zona; y ahí es donde se han concentrado los esfuerzos en los últimos meses con un plan específico para frenar en primer lugar la erosión y favorecer la recuperación. El procedimiento ha sido el mismo que en el resto de la zona afectada, la diferencia es cómo se lleva a cabo. «Los árboles quemados se cortaron a mano, con motosierra, para evitar que la entrada de maquinaria pesada pudieran degradar aún más la zona quemada», recuerda Martín. Llegaron a trabajar 40 personas de forma simultánea en esa tarea, con la que se ha dado además más consistencia al terreno porque la madera extraída se ha triturado y se ha repartido por la zona quemada. 

Alcornoques, brezos y madroños han brotado en Monfragüe a pesar de que ha sido una primavera muy seca

Esos trabajos se detuvieron el pasado mes de enero para favorecer que los buitres negros pudieran nidificar. La previsión es que en septiembre se continúe con esa actuación. «Pensamos que parar era lo mejor para evitar más molestias a los buitres, después de que vivieran el incendio», explica la directora del parque. Además, se han construido seis plataformas para que los buitres pudieran construir sus nidos aunque únicamente hay tres en uso en estos momentos.

«Lo hicimos para favorecer su regreso. El resto de parejas han construido sus propios nidos. Muchas lo hicieron incluso antes de la época habitual. Estaban en la zona y en cuanto pudieron regresaron a su territorio», apunta. Cuántas parejas han vuelto al espacio protegido se sabrá en todo caso cuando finalice la cría, a finales de agosto.

A pesar de que el avance en la regeneración se considera bueno, la directora del parque cree que será necesario realizar una evaluación de la zona que se quemó en dos o tres años «por si hace falta alguna medida que favorezca a alguna especie».

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