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El VIH Los testimonios de los afectados por lipodistrofia

"Ahora tengo la cara hecha un cromo"

"Ahora tengo la cara hecha un cromo"

La historia de María --elige ese nombre porque prefiere quedar en el anonimato-- es terrible. Tiene 54 años y en 1984, cuando estaba siendo operada de una úlcera del duodeno, una trágica transfusión de sangre introdujo en su cuerpo el virus del sida, con el que mantiene una dura convivencia desde entonces.

Hace cinco años le recetaron un nuevo fármaco y al poco tiempo surgió la lipodistrofia, dejándole la cara totalmente ahuecada por la desaparición de la grasa. Tanto que cuando acude a bodas, bautizos y comuniones trata siempre de no salir en las fotos aunque sean las bodas de sus propios hijos: "Siempre agacho la cabeza porque me veo horrorosa", añade.

Temores

"Entre lo delgada que estoy y la cara que tengo me da vergüenza salir a la calle, es horroroso como estoy, porque soy todo hueso", asegura dolida. Ella lo tiene claro. El sistema sanitario público le contagió el Sida, el sistema le provocó la lipodistrofia... y el sistema no se hace cargo de una operación de cirugía estética que al menos aliviaría su dolor y le permitiría llevar una vida normal. En esta línea, afirma que "son unos sinvergüenzas, deberían pagar esta operación, por lo menos porque ellos me han hecho esto".

Sólo su marido y sus hijos, "que son maravillosos", le dan fuerzas para seguir adelante y acudir regularmente a la rehabilitación. Y es que cada vez que se mira a un espejo no puede evitarlo: "Yo tenía una carita redondita, era muy salada, y ahora estoy echa un cromo".

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