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EXPERIENCIAS DE ACOGIDA DE MENORES INMIGRANTES EN LA REGION.

Otra vida en Extremadura

Hasta 35 jóvenes llegados en cayuco a la Península han conseguido formación e inserción laboral en Extremadura "Agradezco a los extremeños su hospitalidad", dice uno de ello

Otra vida en Extremadura

Llegar a otro país solo y sin papeles nunca es fácil, pero para los niños y adolescentes tiene dificultades añadidas. El centro de menores de Valcorchero en Plasencia, acoge inmigrantes subsaharianos y magrebíes desde hace dos años, con el fin de proporcionarles un hogar y ayudarles en los trámites burocráticos. Por este centro han pasado ya 35 menores provenientes en su mayoría de Senegal, Mali y Mauritania, que conviven con los menores extremeños residentes en el centro.

Luis Rodríguez García, director del centro, los ha conocido a todos y los ha visto crecer. Asegura que al principio es una situación chocante, tanto para ellos como para los trabajadores sociales: "No se pueden obviar las barreras culturales. Empezamos por la formación y antes de que pase un mes, iniciamos los trámites de la documentación". En el centro les proporcionan clases de español y talleres: "Se trata de involucrarles en la vida del centro, que hagan cosas que reinviertan en su propio beneficio", comenta Rodríguez. Así, imparten talleres de manualidades o de jardinería, ellos se encargan de mantener el centro y poco a poco van asumiendo responsabilidades.

Resuelta la cuestión de la integración con los otros menores, en el centro se encargan de ayudarles en su inserción laboral, que, según Rodríguez "para ellos es lo más importante, ya que han salido de su país para poder mandar dinero a sus hogares. Cuando cumplen la mayoría de edad, procuramos su independencia y autonomía, les facilitamos el acceso a una vivienda, aunque continuamos con un seguimiento".

Uno de estos casos es el de Baytir Ka, que tiene 19 años y lleva dos en Extremadura. Cuenta que vino de Senegal buscando una vida mejor, quería trabajar y ganar dinero suficiente para poder formar una familia. Pasó por el centro de menores de Plasencia y asegura que aunque al principio fue difícil, ahora está satisfecho con la vida que ha conseguido. "Me ayudaron a relacionarme con los otros, a saber respetar a todos y a ser responsable", comenta. Actualmente Baytir vive en Malpartida de Plasencia y trabaja en una empresa de calderería. "En el centro nos enseñaron muchas cosas y no tuvimos que preocuparnos de los papeles, se encargaron de todo".

Tanto Luis Rodríguez como Baytir, aseguran que los talleres y la vida en el centro han dado sus frutos después de mucho esfuerzo por parte de todos. "Lo primero que hicimos cuando llegaron por primera vez, fue poner en marcha un taller de teatro para fortalecer lazos, así conseguimos ponernos en el lugar del otro y empatizar. Representamos en Plasencia una obra cuyo argumento tenía que ver con su venida a Extremadura", recuerda Rodríguez. "Al principio pensaba que Luis era malo, ahora comprendo todo lo que hizo por mi bien", comenta Baytir, que insiste en declarar su agradecimiento al personal del centro "y a los extremeños que me han ofrecido su hospitalidad".

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