69 Festival de Teatro Clásico de Mérida

Los titanes y varios Shakespeares

Los titanes y varios Shakespeares

Los titanes y varios Shakespeares / Jero Morales / Festival de Mérida

De noche, tendidos de espaldas, contemplamos el cielo estrellado. Aquí es donde empiezan todas las historias, bajo la égida de esa multitud de estrellas que por la noche se apodera furtivamente de las convicciones, para restituirlas, a veces en forma de fe. Los primeros que inventaron, que dieron un nombre a las constelaciones, eran narradores. Al trazar una línea imaginaria entre ellas, les confirieron una imagen, una identidad. Se ensartaban las estrellas en esa línea al igual que se van ensartando los acontecimientos en un relato. Imaginar las constelaciones no modificó las estrellas, ni tampoco el negro vacío que las rodea. Lo que cambió fue el modo de leer el cielo nocturno

Qué bien escribe John Berger. Estamos diseñados para ver patrones: acá la forma de un carro alado, allá un guerrero que alza un arma y un escudo, las astas de un toro, una letra. Qué habrá allí arriba. De dónde hemos surgido. Antes de que el conocimiento científico se fuera acumulando a base de ensayos, pruebas, errores, replicaciones, experimentos y n=1 o a 100.000, antes de los ensayos clínicos, de las vacunas, antes de que el ansia de saber nos hiciera construir instrumentos para observar el cielo, antes de los astrolabios, los nocturlabios y los perpetuos, habíamos de explicarnos, a nosotros y a los otros (sobre todo a los otros, si queríamos controlar la información) quiénes somos.

Y resulta que venimos de los dioses. De los uránidas, los hijos de Urano, que luego se llamaron titanes. 

En el principio de los tiempos, existió el Caos, el primero de los primordiales. Luego Gea, la de amplio pecho, el tenebrosos Tártaro y Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales. De caos nacieron la oscuridad y la noche, la diosa Nix, de la que surgió la luminosidad y luego el día. Nix engendró también a la muerte, al sueño, la vejez, el dolor, la venganza, la discordia, la burla y la perdición. Pero nos dio la amistad (a Filotes) para sobrellevarlo todo. Ojo: nos dio la amistad, no el amor. La amistad sobrevive a los divorcios. 

El hilo que nace de Gea nos lleva a Urano, con quien se casa, a las montañas, al mar. «Acostada con Urano -nos cuenta Hesíodo-, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la amable Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre». 

Rea era la madre de Zeus, el padre de los dioses, hija de Urano, que se comía a sus hijos, hasta que llegó Crono para impedirlo. Kronos y Uranos fueron los nombres que eligió Jack Kirby para los Eternos de Marvel, porque los cómics y la mitología grecolatina están intrínsecamente unidos. 

Zeus es un bobalicón en ‘Los titanes. La furia de los dioses’, que es la obra que se estrena esta semana. A él le interpreta Daniel Diges: también a Ceo, su hermano, quien quiera que fuera, como decía Ovidio. Zeus le derrocó. La historia la conoceremos por un vigilante de seguridad que está en el teatro romano de Mérida, a donde acuden un montón de niños (los del coro del colegio Donoso Cortés de Don Benito) con su profesora, Noemí Gallego, y acaban pensando que Afrodita es mejor que Hulk. Los titanes eran doce, doce eran los dioses primordiales y, en su guerra, la titanomaquia, que además fue un poema que se perdió, lucharon contra los olímpicos, los dioses que vivían en el monte Olimpo. 

Esta es solo una de esas historias. Aquí, en la versión musical que vamos a ver, es Urano el que se come a sus hijos; en el mito es Cronos o Crono, tanto monta. Algunos autores hablan de dos generaciones de titanes y de que titán era un insulto en su origen. No les podemos contar mucho sobre la obra, salvo que es un musical en el que participan Ramoncín, Daniel Diges, Antonio Albella, Noemí Gallego, Teresa Ferrer, Joan Carles Bestard, Belén González, Javier Hueso, Lorena Santiago, Mago Stigman, Alba Gog, Raúl Naranjo, Carla Hernández, Pascu Ortiz, Miriam Arias, Patricia Arizmendi, Mónica Solaun y Carmen Quintero. Y hay números musicales que les van a producir un pellizco de nostalgia: rock, un homenaje a la revista, la música disco, una balada en la que Daniel Diges saca todo lo que tiene en la garganta (y madre del amor hermoso, lo que tiene en la garganta este muchacho). Y dirige Ricard Reguant que es el señor más amable con la prensa que nos hemos echado a la cara, el más dulce, el más dispuesto y el que más nos facilita el trabajo. 

Y luego, el martes y el miércoles, 18 y 19 de julio llegan los actores del Centro Dramático Galego para representar ‘Shakespeare en Roma’: son cuatro obras, con cuatro visiones distintas y ocho actores que representan a una cincuentena de personajes. Ha sido un trabajo ímprobo, porque lo hicieron en gallego (¿cómo suena el parlamento de Marco Antonio en gallego?) y ahora en castellano y qué belleza poder representar, poder trabajar, en dos idiomas tan musicales y tan bellos. Vayan al teatro.