Desde ayer por la tarde se ha perdido de vista a Curro, el pavo real que reside en Torre de Sande, restaurante de Cáceres. Desapareció asustado por el viento y la lluvia y, por el momento, no ha sido recuperado. Desde el restaurante han pedido colaboración para encontrarlo y, la última vez que se le ha visto ha sido esta mañana por la zona de Fuente Fría.También colabora en su búsqueda el Refugio San Jorge.

Imagen del pavo real de la Torre de Sande tomada el pasado martes día de San Jorge.

Curro es, junto al patrimonio artístico de la ciudad monumental, lo más fotografiado de Cáceres. El pavo real que reside en el restaurante Torre de Sande no pasa desapercibido a los turistas y se ha convertido en un icono más de la parte antigua.

Tras desaparecer el miércoles, fue visto por la zona del Arco de la Estrella justo después de que pasara la comitiva de la Virgen de la Montaña, que se dirigía a Santa María. Después, nada se supo de él hasta ayer por la mañana, cuando fue fotografiado por la zona de Fuente Fría. Hasta allí se han desplazado sus propietarios para rastrear la zona e intentar localizarlo, pero no ha habido suerte. «El problema es que no se le oye porque está muy asustado», explica el propietario de Torre de Sande, César Ráez. Una vez que se le localice, la operación de rescatarlo tampoco es nada fácil: «Hay que intentar acorralarlo y cogerlo por las alas, pero es necesario que estemos alguno de nosotros porque nos conoce y tendrá más confianza», añade.

Han recibido decenas de llamadas y los vecinos de la ciudad monumental están volcados en encontrarlo. También colabora el Refugio San Jorge, que ha compartido una imagen del animal en las redes sociales. Mañana volverán a intentarlo: «Cuando cae la noche es mucho más difícil porque buscan un lugar para dormir y se esconde», afirma César Ráez.

Es la segunda vez que se pierde por una tormenta. La otra fue hace dos años, en Nochebuena. Se le encontró en Puerta de Mérida.

Este pavo real lleva 7 años en Torre de Sande, aunque el restaurante ha tenido otros muchos. Todos se han llamado Curro. Además de este han tenido otros dos más, uno albino y una pava. Diariamente acude al establecimiento un cuidador que se encarga de mantenerlo: le da de comer, le vacuna y le cuida cuando tiene alguna enfermedad. Es la persona que mejor le conoce.

Desde el restaurante no se dan por vencidos y esperan que Curro vuelva para deleitar a los cacereños con su elegante cola.