Se acerca 29 de febrero, y por lo tanto, el día señalado para que nuestro querido obispo, don Francisco, coja sus maletas y se traslade a su nueva sede de Toledo. En esta sección periodística de ‘La Mirada’ quiero dedicarle un par de columnas destacando la huella que ha dejado en esta diócesis de Coria-Cáceres. Seguro que la historia y el tiempo se encargarán de valorar su paso por estas tierras. Como no podía ser de otra manera, lo que leeréis será solo la opinión del autor de la misma; opinión que puede coincidir con la tengan muchos…o no.

Le conozco desde cuando ingresó en el Seminario de Cáceres, allá por la mitad de los años setenta. Mi contacto con él no es que fuera excesivo (pero sí tengo imágenes claras), dado que era de un par de cursos menor que el mío, sí recuerdo haber comentado entre nosotros que el nuevo era de Malpartida de Cáceres, y que venía de la Formación Profesional de entonces.

Me acuerdo de su participación en los partidos en nuestro querido campo de fútbol del semanario. Esas pachangas, en las que éramos un autentico ejército de Pancho Villa donde cada uno manifestaba su furia o su talento como creía conveniente, no con las glorias de los antiguos equipos del seminario, pero entre nosotros también había auténticos figuras.

Coincidí con él en el seminario durante dos cursos. Después, yo me trasladé a Salamanca, y él permaneció un curso mas en el Seminario de Cáceres hasta que decidió continuar sus estudios teológicos en el Seminario de Toledo, junto a otros seminaristas cacereños que también tomaron esa determinación.

Con el pasar de los años no hubo posibilidad de encuentro. Él recibió la ordenación sacerdotal en Toledo y, en años sucesivos, se integró en la diócesis de Valladolid. Me llegaban noticias de sus muchas publicaciones de libros de espiritualidad. Recuerdo que la única vez que lo vi fue en Cerezo en el entierro de la madre de Antonio de Jesús, también amigo del Seminario, a quién acompañé con don Nicolás en representación del Seminario.

La vida siguió su rumbo normal, cuando un par de meses antes de su nombramiento comienza a sonar como obispo de aquí, en sustitución de don Ciriaco Benavente, es cuando de nuevo volvemos a hablar de Don Francisco Cerro (Paco Cerro, para nosotros). Pero de la etapa del 2007 hasta ahora, la dejamos para la semana que viene.