En 1929, el matrimonio Martín-Lancaster donó al obispado 3.702 metros cuadrados en el llamado sitio de Peña Aguda para que se levantase un templo bajo la advocación de Fátima, de gran devoción popular. Hacia 1952 se creó una escuela-capilla para 60 alumnos que en aquellos tiempos supuso 75.000 pesetas, y se colocó una imagen de la Virgen de Fátima realizada en Lisboa por un famoso escultor del Vaticano, a quien Pío XII indicó cómo debía esculpirla. Costó por entonces 57.000 pesetas.

Este fue el patrimonio con el que comenzó a andar poco después la parroquia de Fátima, de manos de su primer sacerdote, Emeterio Hierro Martín, quien peregrinó a Fátima con 313 feligreses para implorar la ayuda de la Virgen en su proyecto de dedicarle una hermosa basílica hispano lusa en el mismo emplazamiento, idea que tuvo un gran eco incluso en la prensa nacional. Tras años de reuniones y trámites, siempre con la ayuda de una comunidad especialmente activa, se inauguró en 1975 como uno de los templos más bellos de la época: concepción moderna, amplia y diáfana, amplias vidrieras, colegio parroquial y su característica torre con reloj

"La parroquia ocupa hoy un área de unos 13.000 residentes, y su colaboración ha permitido crear otro templo, Beato Marcelo Spínola, en El Vivero, que ya constituye una parroquia independiente", explica Juan José Rivero, el párroco actual.