La llegada de El Corte Inglés se hará realidad tras un difícil y agotador proceso de ocho años, en el que la parte comercial ha sido la menos importante. El desembarco del gigante de la distribución ha provocado la mayor y más compleja operación urbanística de Cáceres, con un cúmulo de trámites y desencuentros políticos sin precedentes. En ocho años el proyecto se ha incluido de tres formas distintas en el plan de urbanismo y se ha tramitado dos veces como modificación puntual, ha alentado dimisiones, ha llevado la polémica a la cúpula regional de los partidos, ha estado a punto de activar el pacto antitransfugismo, ha minado el pacto local de gobierno y ha sido decisivo para fijar los contenidos más controvertidos del nuevo Plan General Municipal (PGM) de urbanismo.

El Corte Inglés llega a un precio muy alto. Aun así, todos los partidos, salvo IU, han considerado que merecía la pena. Y no sólo por los 500 empleos directos que generará, sino por su fuerte atracción de clientes, de la que esperan beneficiarse el resto de comercios y negocios de hostelería. Pero hay más. A lo largo del proceso se ha escuchado en repetidas ocasiones que existen dos tipos de ciudades: las que tienen El Corte Inglés y el resto. Frívolo o no, lo cierto es que ninguna operación con fines privados ha llenado tantas páginas en la prensa local.

Las primeras informaciones sobre el interés de El Corte Inglés por Cáceres se remontan al 2002. Se barajaron dos parcelas del Perú y el antiguo Magisterio. La gran noticia fue avanzada por este diario en junio del 2003. Había ubicación y había fecha. La firma pretendía implantarse en dos años en el solar del colegio Carmelitas, de 11.982 metros cuadrados, entre Virgen de Guadalupe y Santa Joaquina de Vedruna. Isidoro Alvarez, presidente del grupo, mantenía contactos al más alto nivel regional.

Aunque hubo varias propuestas que se fueron modelando, en diciembre del 2005 se presentó al ayuntamiento el primer proyecto en firme suscrito por El Corte Inglés, las Carmelitas y la sociedad promotora Estudios Urbanísticos y Medioambientales, formada por empresarios cacereños. Era una operación muy complicada, pero muy atractiva. La promotora compraría más de la mitad del terreno a Las Carmelitas y vendería la esquina del colegio actual al gran almacén, que tendría 3.200 metros cuadrados de superficie, siete plantas más cinco sótanos (cuatro de párking) y una edificabilidad de 25.000 metros cuadrados.

La promotora financiaría la compra reservándose 3.800 metros en la fachada de Virgen de Guadalupe para viviendas (unos 100 pisos en bloques de 10 plantas) con 15.000 metros de edificabilidad, además de locales comerciales y oficinas, con 10.000. Las Carmelitas harían otro colegio de 6 plantas con acceso por Santa Joaquina de Vedruna y por una calle peatonal, con 5.000 metros cuadrados de superficie.

LOS ESCOLLOS Pero había dos escollos que han retrasado la operación año tras año. Primero, era necesario agregar al uso docente de la parcela otros dos: residenciales y terciarios (oficinas y comercios). Segundo, el ayuntamiento tenía que recibir cesiones de suelo por el aumento de la edificabilidad del solar (de 8.000 metros a 60.000) y para crear dotaciones públicas (zonas verdes, parques...). La promotora ofrecía 2,5 millones de euros al no poder entregar la parte exigida por la Ley del Suelo (12.000 metros) en la parcela, puesto que no había espacio. Entonces comenzó la contienda política.

En general todos los partidos se mostraron favorables a El Corte Inglés, pero la operación urbanística incomodaba a PSOE e IU, ambos en la oposición. "Esto huele a especulación", dijo Carmen Heras. Santiago Pavón fue rotundo desde el principio: "Es urbanismo a la carta". El alcalde Saponi buscó el consenso y detalló la operación a los grupos, incluso se reunió con Ibarra, que anunció que no pondría reparos si todo era legal (la aprobación última corresponde a la Junta).

En aquel año 2005 también se barajaron otras ubicaciones como los Múltiples o el parque de Pasa a la página siguiente