Un año más, la escasa afluencia de público en las gradas del pabellón polideportivo de Navalmoral ha sido lo más destacado del torneo de las 24 Horas. Ni los buenos partidos que se pudieron ver entre todas las categorías hizo olvidar la apatía de los aficionados, que desde hace muchos años han dado la espalda a este deporte y dejan el graderío poco menos que desértico. La mayoría de los ocupantes de sus asientos en esta competición son jugadores de equipos que esperan su turno para jugar. El sofocante calor en el interior del vetusto pabellón también es un firme aliado de la estampida del público en las últimas ediciones, algo que se intentará remediar con las obras de sustitución de la cubierta, que se prevé finalicen en octubre, ya que también se cambiarán las planchas de la pista. INCENTIVOS INÚTILES En cuanto a la participación, un tanto de lo mismo. Entre todas las categorías se supera la treintena de equipos con dificultades, contando incluso que algunos de ellos juegan en dos edades distintas. Además, para más preocupación, este año ningún equipo absoluto femenino se ha inscrito, despreciando los 340 euros que los finalistas se iban a repartir y que se ha ahorrado el Ayuntamiento de Navalmoral. Eso sí, al menos se ha visto compensado con la participación por primera vez de la alevín mixta, una categoría con la que se puede asegurar la continuidad del torneo en los próximos años por su labor de cantera.Ni los 1.000 euros de premio para el vencedor absoluto masculino, ni los 600 para el subcampeón, ni los 150 para los perdedores en semifinales, cantidades exageradas visto lo visto, incentivan a los equipos. Tampoco el ya tradicional concurso de triples. Los participantes moralos y de la zona siempre son los mismos, como ocurre con quienes llegan desde fuera de la región. Las 24 Horas de baloncesto necesitan un cambio, ya que no se consigue la fiesta deportiva que se pretende y que se logra con el fútbol-sala. El esfuerzo humano y económico que se hace cada año es demasiado grande para tan poca repercusión.En la categoría absoluta, el campeón fue Móstoles, tras vencer en la final a Moraleja por 52 a 50. Los madrileños remontaron en los instantes finales un partido que perdían por tres puntos dentro del último minuto. En las rondas previas ganaron a Disco Impacto por 68 a 53, a Marea Negra por 97 a 22, y a No Lo Sé por 53 a 43. El equipo de la zona que más cerca estuvo de alcanzar la gran final fue el Navalmoral Baloncesto Club, que perdió en semifinales frente al subcampeón por un ajustado 66 a 63 en un emocionante enfrentamiento. Los moralos, no obstante, consiguieron premio en metálico, como también los placentinos de Disco Impacto. Además, su jugador ángel Correas consiguió el trofeo al mejor tirador de triples en el concurso, después de anotar 4 de 6 lanzamientos, superando a diecisiete participantes más.En juveniles fueron necesarias dos prórrogas de 3 minutos cada una para conocer al campeón. La Escuela Municipal de Deportes de Navalmoral ganó a Fórum de Aranjuez por 60 a 55. El partido acabó en empate a 47 puntos y la primera prórroga a 51. Los ganadores habían derrotado previamente a Marea Negra por 60 a 41. En esta categoría, como en las siguientes, sólo hubo trofeos para los finalistas.En la categoría infantil el triunfo final correspondió también a la escuela municipal, que ganó por 54 a 26 a Frutos Secos Marcos. Con anterioridad, había vencido al equipo B de la propia escuela por 38 a 21 y no tuvieron problemas para deshacerse del subcampeón, ya que éste sólo 10 minutos antes había jugado la final infantil.En esa edad, la escuela derrotó por 57 a 32 a Frutos Secos Marcos en la final directa. Por último, en la estrenada categoría alevín ganó Los Demonios de la Pista, al vencer en la final de minibasquet a Venus, equipo femenino, por 38 a 9. Previamente habían ganado a Campo Arañuelo en la prórroga por 20 a 19. Los campeones infantiles y alevines realizarán un viaje sorpresa como premio por sus títulos.