Habrá que acostumbrarse a la realidad del nuevo fútbol en mitad de una pandemia como la del covid-19. El Extremadura regresó por fin a los entrenamientos en su ciudad deportiva, aunque fue el entrenamiento más atípico jamás visto en Almendralejo. El recinto se ha convertido en un auténtico búnker de seguridad con un operario custodiando la entrada principal. Todos los jugadores tienen una hora determinada de llegada e, incluso, tendrán que esperar en sus coches si llegan antes de tiempo.

Todo está medido en tiempos y espacios por los exigentes protocolos de seguridad e higiene dictados por LaLiga, que además mantiene a un inspector para supervisar que todo se cumple a la perfección.

La primera sesión de entrenamientos se dividió por fases. Los jugadores iban llegando por tramos horarios y ocupaban parte de los terrenos de juego, divididos en seis parcelas. En este primer día, el Extremadura diseñó un test de resistencia a sus futbolistas para saber cómo están tras casi dos meses sin pisar el césped, mientras que la semana que viene normalizarán ejercicios y habrá controles de peso y analítica.

La primera sesión fue lo más parecido a un primer día de pretemporada, aunque en solitario. Los jugadores recibían las órdenes de los preparadores y técnicos, quienes debían de mantener más de cuatro metros de distancia en todo momento con los futbolistas. Además, los mismos futbolistas tenían documentos en el césped para leer algunos ejercicios.

Los futbolistas tenían marcado con cintas el camino a seguir nada más bajarse de sus coches. Llegaban todos vestidos con ropa de entrenamiento, guantes y mascarillas. Para entrenar, podían quitarse la protección, pero pasaban por uno de los puntos desinfectantes que se han instalado estratégicamente al lado de los campos. Al acabar, de nuevo desinfección y a casa para duchar.

Este primer entrenamiento tras el parón liguero contó con la participación de 20 jugadores del primer equipo más otros seis del filial. La única ausencia fue la de Alex López, delantero que se recupera de su reciente lesión de rodilla. Manuel citó del filial a Kike Carrasco, Lele, Gabri Cardozo, Sabit, Collao y Mosquera. El Extremadura, ante la cortedad de su plantilla, está obligado a tener muy en cuenta a los jugadores del filial.

Una de las noticias más agradables fue ver entrenar con total normalidad a Gio Zarfino. El uruguayo estuvo dos meses parado antes de que se interrumpiera la competición. Ese tiempo prudencial le ha servido al charrúa para ponerse a tope de cara a un posible final liguero.

También estuvo entrenando Kike Márquez, quien ya está en la fase final de su recuperación. No obstante, todavía debe probarse con balón para comprobar su evolución exacta.

Satisfacción / Manuel Mosquera, técnico de los azulgranas, se mostró contento por volver a una cierta normalidad: «queríamos entrenar y aquí estamos. Ahora por lo menos nos vemos y nos reímos. Y estamos más o menos cerca. Intentaremos adaptarnos lo antes posible a las medidas protegiéndonos los unos a los otros y cumpliendo los protocolos que nos exigen».

El preparador gallego sabe que, mentalmente, volver a la ciudad deportiva le puede venir bien a sus jugadores: «vivimos de estar juntos, en el césped. Aunque no sea la normalidad de antes, esto ya es un paso hacia una cierta normalidad»

El Extremadura dejará este domingo para descanso y volverá al trabajo el lunes, a las nueve. El reloj de cuenta atrás para la liga, ya está en marcha.