Los próximos tres meses serán cruciales para la resolución del conflicto vasco. O, en el peor de los casos, para su enquistamiento. A José Luis Rodríguez Zapatero le ha llegado, como antes a Felipe González y a José María Aznar, la hora de la verdad, el momento de entablar con ETA un diálogo que no puede quedar en tablas: o comporta, y pronto, avances en el camino hacia el fin de la violencia, o las presiones políticas y judiciales, unidas al riesgo de que surjan disensiones en la banda, pueden dar al traste con las esperanzas de paz.

Poco margen

Más allá de sus anecdóticos titubeos sobre cómo y cuándo anunciar el inicio del diálogo con ETA, en la estrategia de Zapatero hay poco margen para la improvisación. El presidente lleva casi dos años allanando el terreno para hacer posible la desaparición del terrorismo, y a sus colaboradores les confiesa que, pese a las adversidades surgidas y las que aún están por llegar, mantiene intacta la convicción de que así será.

Desde que ETA cumplió su palabra y decretó el alto el fuego "permanente" del 24 de marzo, el cauce indirecto de comunicación entre el Gobierno y el máximo dirigente etarra, Josu Ternera, ha seguido abierto. De él procedieron las garantías de que había ordenado paralizar la extorsión a empresarios, y también el mensaje de que los sabotajes en Euskadi y Navarra no respondían a instrucciones de ETA. Que encabezará la delegación etarra en las conversaciones con el Ejecutivo se da por seguro.

Hasta ahora, en virtud de sus comprobaciones previas y de la información de los servicios de inteligencia, el Gobierno ha dado crédito a este interlocutor. Hasta el extremo de sostener, con desigual convicción, que el cumplimiento del alto el fuego era "total". Pero ayer Zapatero deslizó que en estos tres meses han desaparecido "prácticamente la totalidad" de las acciones terroristas, con lo que recordó a ETA que no ha cumplido plenamente su parte del trato. Recordatorio relevante tras el comunicado etarra de la pasada semana, que exigía al Ejecutivo que cumpliera sus "compromisos".

De "compromisos" mutuos fue de lo que hablaron, entre el verano del 2005 y el pasado enero en Ginebra (Suiza) y Oslo (Noruega), los mediadores de Zapatero y ETA, que discutieron la fecha y los términos del alto el fuego y el guión del primer encuentro formal de este verano. Noruega, que se ha desvinculado de la lista europea de organizaciones terroristas por su "implicación en procesos de paz", es uno de los escenarios posibles de la mesa de diálogo que va a constituirse.

Por su diseño previo y también por sus precedentes --tres años sin asesinatos--, este proceso tendrá poco que ver con el que Aznar afrontó en 1998. Para empezar, Zapatero quiere mantener en secreto, evitando filtraciones, la identidad de los emisarios del Gobierno. Todo lo contrario que Aznar, quien permitió que se difundiera el nombre de sus interlocutores --Javier Zarzalejos, Ricardo Martí Fluxá y Pedro Arriola-- cuatro meses antes de su primera y única entrevista con ETA.

El presidente tampoco desea que se desvelen la reunión o reuniones que se celebrarán, ni mucho menos su contenido, hasta que arrojen resultados concretos. En otras palabras, hasta que ETA convierta en "definitivo" el alto el fuego "permanente" decretado en marzo, lo que atenuaría la presión del PP y abriría la puerta a una negociación, esta vez sí, sobre el futuro de los presos y demás miembros de ETA.

Si todo marcha como espera Zapatero, a partir de otoño los presos etarras podrían empezar a percibir los efectos benéficos del fin de la violencia. Algunos partidos ya han propuesto al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que el Congreso rescate la moción que aprobó a raíz de la tregua de 1998, favorable a la "flexibilización de la política penitenciaria". Lo que daría un aval político al Gobierno para, sin cambio legal alguno, iniciar el acercamiento de presos.

La negociación de fondo, que abarcará las causas pendientes de los etarras, las futuras excarcelaciones, la reinserción y el destino de las armas, llevará varios años. Será el largo preludio de la noticia más anhelada: la disolución de ETA.