Los ministros de Medio Ambiente de Portugal y España, Francisco Nunes y Cristina Narbona, respectivamente, anunciaron ayer la cesión de unos 30 hectómetros cúbicos de agua del embalse portugués de Alqueva con destino a 500 hectáreas de regadío de Villanueva del Fresno y Cheles, en Extremadura. Se trata de la primera vez que Portugal cede agua para el regadío en España, sin contar las compensaciones por la expropiación de terrenos para construir precisamente esta presa, que es la más grande de Europa y tiene una capacidad de 4.200 hectómetros cúbicos.

Tras celebrar la segunda conferencia de las partes del Convenio de Albufeira, ambos responsables políticos explicaron que los municipios extremeños han hecho una primera petición de 6 hectómetros cúbicos y que el gobierno luso ha autorizado una cesión de hasta 30 hectómetros de este embalse que se nutre del agua del Guadiana. El precio del agua, todavía por establecer, será el mismo que el que se fija para los regantes portugueses.

Además, dentro del Convenio de Albufeira, que regula la gestión de las cuencas hidrográficas hispano-portuguesas, España y Portugal acordaron modificar el régimen de los caudales mínimos que el primer país debe garantizar al segundo para los ríos Miño, Duero, Tajo y Guadiana. Hasta ahora, el convenio establecía un mínimo anual, y a partir de ahora se determinarán mínimos semanales, semestrales y anuales.

Solo en caso de encontrarse en una situación pluviométrica excepcionalmente baja, España queda exenta de cumplir esta situación, y ello únicamente ha ocurrido en una ocasión, en el año 2005 para el Duero y al fijarse un caudal anual. En estos momentos, según fuentes de Medio Ambiente, a pesar de la sequía, no se da esa circunstancia en ninguna de las cuencas. "Portugal tiene la obligación estricta de comprender los problemas de España --dijo el titular luso--. Con esta nueva periodicidad podremos revisar más periódicamente los caudales de los ríos y tener una distribución más uniforme a lo largo del año".

Narbona destacó que se trabaja por el establecimiento de caudales estables para el mantenimiento ecológico de los ríos, pero también para cubrir las necesidades económicas de Portugal, por ejemplo, para garantizar la energía hidroeléctrica.