El hermano mayor de la Soledad no cabía en sí de gozo. La procesión de la noche del Viernes Santo pudo hacer todo el recorrido. "Salimos con todo el miedo del mundo", reconocía después Joaquín Gil. El silencio absoluto que los devotos profesaban a su Patrona solo se rompía con las saetas que a su paso le cantaban, sobre todo en la plaza donde está su ermita. Al menos cinco cantaores la embelesaron, entre ellos, el Porrina de Badajoz, cuya voz sonó grabada y su silueta se iluminó en el balcón donde cantaba cuando vivía.

No puso salir sin embargo el Santo Entierro desde la iglesia de San Agustín. Rafael Mingarro comentaba que ya conocían las malas predicciones meteorológicas desde hacía tiempo por lo que se lo esperaban. Pero los fieles visitaron el templo hasta pasadas las nueve de la noche y participaron en el besamanos a las imágenes.

Sí desfiló la noche anterior, por primera vez, el Cristo del Amor, que procesionó durante cuatro horas por el Casco Antiguo. Hoy domingo, a las 11.30 horas, saldrá de San Agustín el Cristo Resucitado y la Virgen de la Aurora, que se encontrarán en la plaza de España a las 13.30 horas.