El misterio es lo único cierto en la rocambolesca desaparición de Pascal Henry. De profesión mensajero, Henry, de 46 años, llevaba años de ahorro para cumplir con una estudiada ruta por todos los restaurantes del mundo con tres estrellas Michelin. El gourmetpensaba recorrer 68 restaurantes, desde Francia hasta Japón. Pero su pista se pierde la madrugada del 12 de junio tras una cena en El Bulli. ¿Le asesinaron? ¿Le asaltaron? ¿Sufrió un accidente? ¿Se quedó sin fondos? Los chefs que coincidieron con él están perplejos y los Mossos d´Esquadra, desconcertados.

No hay una sola pista. Ni del vehículo que usaba, ni de dónde se alojó. Lo único cierto es que no acudió a la cita del viernes 13 en el restaurante de Martín Berasategui en San Sebastián. Tampoco en Arzak ni en el Akelarre de Pedro Subijana. No ha anulado ninguna reserva.

El presupuesto de su viaje se cuenta en decenas de miles (entre 200 y 350 euros por menú, el coste total solo en restaurantes asciende a más de 17.000 euros). El mensajero suizo inició la ruta el lunes 5 de mayo en el restaurante de Paul Bocuse, en Lyón. De allí salió con el padrino necesario para abrirse todas las puertas. El padre de la nouvelle cuisine se ofreció para ayudarle en la complicada gestión de las reservas y le obsequió con una libreta con tapas de cuero negro en la que los chefs le apuntarían el menú. Cada llegada de Henry a un restaurante era precedida por un fax con el que el chef francés le deseaba buen trayecto. Henry cenó en el Can Fabes de Santi Santamaria el 10 de junio. Pagó en metálico. La escena se repitió en el Sant Pau de Carme Ruscalleda, le invitó. Tras El Bulli, todo son incógnitas.