Con mal pie ha empezado el año la antaño estrella del pop, Britney Spears, que ha vuelto a tropezarse con la justicia tras su publicitada pelea con el padre de sus criaturas el jueves en su mansión de Los Angeles. La cantante acabó hospitalizada, con un ataque de histeria, y un tribunal ha decidido suspender las visitas de la artista a sus dos hijos, Sean Preston, de 2 años, y Jayden James, de 1, cuya custodia ganó el progenitor, Kevin Federline, el pasado julio.

La repetida vida licenciosa de la cantante, muy asidua a las malas compañías, y sus flirteos con el alcohol y las drogas llevaron a un juez a otorgar al bailarín y exmarido de Spears la custodia de los niños. Además, ya entonces se avisó a la artista, de 26 años, de que, en caso de volver a las andadas, le serían retiradOs todos los derechos maternos, como ha sucedido.

Pese a que su enorme legión de fans no la abandonan, la estrella se resiste a enderezar el rumbo y parece abocada al abismo. De momento, en estas fechas, la cantante no podrá jugar con sus pequeños.