Ni música clásica, ni folclore, ni teatro, ni sketch humorístico, o más bien todo a la vez: Les Luthiers lograron lo más difícil, crear una casilla propia en el mundo del espectáculo tocada por su ingenio burlón y su heterodoxa liturgia en escena, acompañada de instrumentos musicales inventados por ellos. Y ahí ocupó una alta plaza la voz narrativa de Marcos Mundstock, uno de los fundadores del grupo argentino, fallecido ayer a los 77 años de una enfermedad diagnosticada en enero del 2019.

Suyas eran las introducciones habladas tan características de las canciones y espectáculos de Les Luthiers, que consumaba sin que se le escapara la risa, dando a los juegos de palabras, las onomatopeyas y las ocurrencias un tratamiento formal propio de la alta cultura. Marcos Mundstock (Santa Fe, Argentina, 25 de mayo de 1942), hijo de judíos inmigrados de la Galitzia polaca (hoy, Ucrania), iba para ingeniero, pero su papel en el coro universitario le cambió el rumbo: de ahí salieron, en 1965, I Musicisti, formación que, dos años después, derivó en el nacimiento de Les Luthiers.

Su primer álbum, Sonamos pese a todo (1971), dio a conocer su pintoresco arsenal de instrumentos hechos con objetos casuales, bautizados con nombres paródicos como latín, o violín de lata (a partir de una lata de jamón) o tubófono silicónico cromático o flauta Bunsen (utilizando 31 tubos de ensayo). Mundstock se ocupó en ocasiones del gom-horn a pistones, suerte de trompeta conectada a una manguera, si bien él era el menos músico del grupo y centró su función en la narración, con su voz de bajo y su dicción impecable, y en la inventiva que siempre envolvió a Les Luthiers.

Con la colaboración de su colega Gerardo Masana dio forma a un personaje, Johann Sebastian Mastropiero, supuesto autor de muchas de las obras que interpretaban. Como el mismo Bolero de Mastropiero, una de sus piezas más populares, incluida en el segundo elepé, Cantata laxatón (1972). Con el tal Mastropiero decía sentir el grupo «una relación de amor-odio, es decir, una relación amorroidal».

Mezclando ingredientes de la música clásica y de la popular, Les Luthiers accedieron al gran público en Argentina y otros países latinoamericanos con sus sátiras de la pomposidad del concierto académico y con espectáculos como el capturado por el disco en directo Mastropiero que nunca (1979). En España debutaron en 1974, y el teatro Poliorama acogió su estreno en Barcelona, ciudad en la que, ellos mismos lo confesarían, al principio les costó más que Madrid. También estuvieron en el teatro romano de Mérida 2017.

Mundstock adquirió en el 2012, junto a otros dos componentes del grupo, la nacionalidad española, sumándola a la argentina. Tras los fallecimientos de Gerardo Masana, en 1973, y Daniel Rabinovich, en el 2015, y el retiro de Carlos Núñez Cortés (2017), Les Luthiers conservan a dos miembros históricos, Jorge Maronna y Carlos López Puccio.