La muerte de Diana de Gales fue un homicidio, pero no el asesinato novelesco, ordenado por la Corona y ejecutado por los servicios secretos británicos, que pretende Mohamed al Fayed. La princesa y su amante, Dodi al Fayed, fueron víctimas de un homicidio involuntario, causado por la "imprudencia extrema" con que conducían en el momento de choque tanto el chófer de la pareja, Henri Paul, como los fotógrafos que les seguían.

A esa conclusión llegó ayer en Londres el jurado de la investigación judicial británica, que ha durado seis meses. En el veredicto se estima que en el caso de Henri Paul, que falleció en el siniestro, el alcohol que había consumido antes de ponerse al volante fue un factor que contribuyó a provocar el accidente del 31 de agosto de 1997 en París.

SIN UNANIMIDAD Según la sentencia, también fue decisivo el hecho de que ni Diana ni Dodi llevaran el cinturón de seguridad en el momento del choque contra un pilón en el puente de Alma. Solo el guardaespaldas de la pareja, Trevor Rees-Jones, se lo había colocado y fue el único que salvó la vida.

El dictamen, tras escuchar en el Tribunal Superior de Londres a más de 250 testigos, no se alcanzó por unanimidad, tal y como había deseado el juez Scott Baker, sino por mayoría de nueve miembros frente a dos, después de tres días de deliberaciones. El magistrado, que ha dirigido esta investigación, ya descartó la pasada semana la teoría del complot y el asesinato que siempre ha defendido Mohamed al Fayed. Una maquinación que en la mente del multimillonario egipcio, dueño de los almacenes Harrods, ha ido creciendo durante 10 años, hasta proporciones exorbitantes. Cuando fue llamado a declarar el pasado 18 de febrero, Al Fayed no solo acusó al duque de Edimburgo de haber ordenado a los servicios secretos del MI6 acabar con Diana.

En la supuesta confabulación criminal también estaban involucrados, según explicó, el príncipe de Gales, el exprimer ministro Tony Blair, dos antiguos responsables de Scotland Yard, el secretario privado de la reina, el embajador británico en París en el momento del accidente, la hermana mayor de Diana, Sarah McCorquodale y el guardaespaldas Trevor Rees-Jones. En la trama asesina, participaron, según Al Fayed encubriendo los hechos, los servicios secretos de Francia y EEUU.

Ayer, tras conocer la sentencia, Al Fayed volvió a ratificarse en lo dicho. Pero la investigación judicial, que ha costado 12 millones de euros, echa por tierra cualquier teoría criminal.