Mudarse al 1.600 de Pennsylvania Avenue, en Washington, conlleva colocarse bajo miles de focos. Pero cuando quien ha llegado a la Casa Blanca ha sido Michelle Obama, la atención y la pasión se han desbordado.

La mujer que prometió que su principal papel sería el de "madre en jefe" ha cumplido, pero ha empezado ya a mostrar también su determinación de aprovechar su estancia en el epicentro del poder de EEUU para hacer avanzar causas como la educación y el cuidado de las familias de los soldados.

Ha aparecido ya en dos portadas habitualmente destinadas a artistas y modelos. Y su decidida apuesta por mantener su propio estilo ha abierto las compuertas, en la era internet, a un caudal incontenible de análisis y comentarios sobre una de sus señales de marca: ir sin mangas.

Michelle, de 44 años, ha explicado que decidió aparecer en la portada de Vogue --convirtiéndose en la segunda primera dama en ese espacio tras Hillary Clinton-- por una razón de peso: inspirar a niñas negras como sus hijas, Sasha y Malia.

"No me considero una fashionista pero pensé que era bueno para mis hijas y para niñas como ellas, que no se han visto representadas en estas revistas --ha declarado--. Esperemos que sirva para tener una conversación sobre qué es la belleza, la inteligencia y lo que cuenta".

La semana pasada llegó otra portada, la de la revista People, y otra entrevista, donde reveló la vida familiar en un espacio tan peculiar. Ella y el presidente, Barack Obama, se levantan a las 5,30 de la mañana. Hacen ejercicio y desayunan juntos. Intentan cenar en familia. Y luchan porque las niñas sientan que la casa presidencial es un hogar. "He intentado animarlas a sentir que todo este lugar es su casa".

Michelle Obama también se ha empeñado en que sus hijas se sigan haciendo cargo de obligaciones como hacer la cama, ordenar el cuarto o limpiar sus platos. "La gente quiere hacernos la vida fácil pero yo he explicado al personal que cuando se tienen niños no necesitan que sus vidas sean fáciles: son niños".

Respecto a lo que parece una pareja de ensueño, la primera dama hace matizaciones. "Es un matrimonio fuerte, pero no es perfecto --ha explicado en People --. No quiero que nadie piense que es fácil. Funciona porque realmente trabajamos para ello".

En lo que trabaja también, con tres sesiones semanales de hora y media con un entrenador personal, es en su forma física. Y si su envidiable estado se ha hecho claramente visible es por su apuesta, en muchas de sus apariciones públicas hasta la fecha, por los vestidos sin mangas, opción criticada por algunos por su informalidad.