A la reina Isabel II no le está quedando más remedio que salir al rescate de la que fuera su nuera, Sara Ferguson (en la foto, el pasado enero, en Madrid). El príncipe Andrés ha encargado a su oficina privada en el Palacio de Buckingham, financiada con dinero de la soberana, organizar y controlar los asuntos financieros de su exmujer, según revelaba ayer la prensa británica. La duquesa de York acumula unas deudas que superan los 2,3 millones de euros y ha sido denunciada por una firma de abogados, a la que debe 240.000 euros. Al borde de la bancarrota y después del escándalo provocado al ser filmada vendiendo los favores del príncipe a un falso magnate internacional, la casa real británica trata de evitar futuros desastres. De momento, la reducción de gastos ha comenzado por el despido de 10 empleados de la duquesa. No hay indicios sin embargo de que Sara Ferguson vaya a reducir su tren de vida. Esta semana la pasará en la isla caribeña de Necker, propiedad del empresario Richard Branson, donde acude como invitada con todos los gastos.