El chef asturiano José Andrés posa con su chaquetilla y una enorme olla en la portada de la revista Time de abril, en un especial llamado Separados. No solos que se centra en los esfuerzos de diferentes figuras por encontrar un «propósito común» para hacer frente a la «amenaza compartida» del covid-19: en el caso del popular cocinero, de 50 años, a través de su proyecto humanitario World Central Kitchen, que tiene como objetivo alimentar a las personas más afectadas en emergencias.

«Andrés da una lección de liderazgo en momentos de crisis. En una catástrofe donde la respuesta del Gobierno de EEUU ha sido lenta, confusa e incierta, su cocina es un modelo del comportamiento --ágil, seguro, proactivo-- que el público general necesita en una crisis», proclama la revista, que ha seguido a principios de este mes al chef en su viaje a Oakland (California) para suministrar comidas a los pasajeros del crucero en cuarentena Grand Princess.

contra EL PRESIDENTE tRUMP / La semana pasada, Andrés cerró sus cinco restaurantes de Washington D.C. para reconvertirlos en «cocinas comunitarias» y dar de comer a todos aquellos necesitados más vulnerables azotados por la emergencia. «Esto es como una película. A lo mejor estamos sobrerreaccionando, pero está bien sobrerreaccionar», asegura Andrés, que vuelve a cargar contra el presidente Donald Trump, del que dice que está «más preocupado por que Wall Street se hunda que por el virus en sí».

En un tuit de agredecimiento a la revista, el chef, «como inmigrante y como cocinero», comparte este honor con los millones de personas en todo el mundo que se encargan de alimentar a la humanidad, «sobre todo en estos tiempos tan inciertos».

José Andrés, que reside en Estados Unidos desde hace tres décadas, creó hace ahora 10 años la fundación World Central Kitchen. Con ella ha realizado misiones de ayuda en 13 países, repartido 15 millones de menús y reunido a unos 45.000 voluntarios.

Time describe que se ha convertido en un servicio de emergencia «que en lugar de enviar comida empaquetada recurre a las cadenas de suministro y cocineros locales para preparar platos calientes».

PROTOCOLOS RIGUROSOS / Es lo que hizo en su misión al crucero Grand Princess --y anteriormente en las Bahamas con el huracán Dorian-- . «En el caso del barco, era importante que los alimentos fueran cocinados desde fuera para evitar nuevos contagios desde las cocinas, una forma de asegurar el control sanitario y salir del bucle de las infecciones. Jamás hemos tenido ni un caso de cólera. Seguimos protocolos muy rigurosos», asegura. Desde que comenzó la crisis del covid-19, la fundación del chef ha suministrado también comida a otro crucero con pasajeros infectados, el Diamond Princess (Yokohama, Japón), ha convertido cinco de sus restaurantes de Washington DC en comedores comunitarios y lo mismo uno en Nueva York, además de distribuir comidas recien hechas a través de 160 puntos situados en las principales ciudades de Estados Unidos.

Ferran Adrià, su amigo, colega y socio en el ambicioso proyecto del Mercado Little Spain, en Nueva York, celebró en Twitter la portada de Time con un «¡Qué orgullo! ¡Qué orgullo».