El origen del pretzel, una galleta salada y horneada, se remonta al siglo VI, en alguna zona de la actual Alemania, Italia o Francia. Era un alimento importante para los nobles, que reservaban para las celebraciones más elegantes de la época.

La primera vez que se oye hablar del pretzel en un texto escrito es en el Hortus deliciarum, una enciclopedia ilustrada que recopiló una mujer en el siglo XII en la que se recogen descripciones de alimentos y platos de la época.

El pretzel era una especie de emblema del gremio de los panaderos europeos que durante siglos fueron perfeccionando, ya que fue un símbolo de alto nivel. Fue tan importante como lo podía ser el pescado, al que era difícil llegar si no se estaba cerca de la costa.

También estaba relacionado a la religión cristiana, y se daba como premio a los niños que se sabían bien las oraciones.

Una de las principales teorías dice que este alimento surgió a comienzos del siglo VII, en tiempos en que los monjes italianos solían preparar bocadillos de masa horneada con formas especiales. De ahí la composición del pretzel, un gesto que representaba la cercanía del cielo con la tierra, y que tiempo después comenzó a tener connotaciones relacionadas con la buena suerte y la prosperidad.

Por otro lado, se especula con que la palabra pretzel viene del latín “Bracellae”, que podría traducirse como “brazos pequeños”. Popular en muchos territorios, su desembarco en América no se produjo antes de los siglos XVIII o XIX, siendo rápidamente apropiado por las sociedades locales, más que nada la norteamericana, donde hoy en día forma parte de la mayoría de los grandes eventos deportivos, como el béisbol o fútbol americano.