El hijo de Bárbara Rey y Ángel Cristo, Ángel Cristo Jr., llegaba a España tras su polémico paso por 'Supervivientes'. El joven se saltó el perímetro de seguridad de Cayos Cochinos y permaneció desaparecido durante tres horas, poniendo en riesgo su integridad física. La organización decidió expulsarle de manera fulminante del programa por motivos disciplinarios. El concursante, que contaba con el apoyo del público, ha terminado su periplo por la isla de la peor manera. Sin embargo, el hijo de Bárbara Rey parece que no se arrepiente.

En la madrugada de este viernes el concursante llegaba a España tranquilo y sonriendo en algunos momentos. Cristo se ha mostrado impasible a su llegada a Madrid tridente en mano -un recuerdo que se ha traido de Honduras y que le acompañó durante toda la aventura cual Dios Poseidón- y sobrellevando con tranquilidad la expectación mediática que se ha encontrado en el aeropuerto de Barajas.

Rodeado de varias cámaras, fotógrafos y reporteros, Ángel se ha mostrado reticente en un principio a ponerse los auriculares que le ofrecía la persona de la organización que le esperaba, pero finalmente ha 'cedido' y ha comenzado el show. El novio de Ana Herminia Illas ha cambiado imperturbable por la terminal ignorando las preguntas de la prensa sobre su paso por el reality, su discusión con Aurah y su expulsión disciplinaria por saltarse las normas.

El hijo de la vedette no dudó en vacilar a la prensa y, sonriente -aunque no demasiado porque su gesto ha sido más bien desafiante e impasible- se ha dedicado a pegar acelerones y frenazos, apretando el paso y parándose de repente para volver loca a la prensa, arrancando las risas de todos.

Ángel tampoco ha revelado si tiene ganas de ver a Ana Herminia ni se ha pronunciado sobre las últimas declaraciones de Bárbara, que ha asegurado que no le ha sorprendido la actitud que su hijo ha tenido en la isla y ha dejado claro que su demanda contra él sigue adelante.

El hijo de la vedette abrió un paquete de una marca de galletas y se comió una como si nada antes de subirse al coche que le esperaba haciendo malabarismos para llevarse su tridente con él.