El pasado viernes, a una hora inusual, asistimos a un verdadero ejercicio de cinismo y a otro abuso de medios oficiales por parte del presidente del Gobierno, justo antes de sorprendernos con la fecha de las próximas elecciones generales. Y no estoy hablando de la facilidad que este señor tiene para subirse a los vehículos oficiales, sino a la utilización del Palacio de la Moncloa para abrir la campaña electoral con lo que fue un mitin en toda regla.

Y hablo en términos de sorpresa porque estaba convencido de que la fecha de estas elecciones generales sería el 26 de mayo, coincidiendo con el proceso electoral de las municipales, autonómicas y europeas. Estaba claro que después de los últimos acontecimientos ocurridos en poco menos de 7 días, el desenlace no podía ser otro que la convocatoria anticipada, aunque la salida de tono del propio Sánchez, cuando dijo aquello de «que esperen sentados hasta 2020» me causaba ciertas dudas. Sin embargo, la ocurrencia presidencial de sacarse de la chistera un «relator» que tuviera como misión la mediación en una Mesa de Partidos en la que estaban ausentes el principal partido de España y el más votado de Cataluña trajo como consecuencia la manifestación del domingo anterior en Madrid, en la que se puso de manifiesto el rechazo de la mayoría de españoles a negociar con los secesionistas al margen de la Constitución. La prueba evidente de que esa reivindicación en la Plaza de Colón hizo pupa al gobierno fue la descarada guerra de cifras promovida por los medios oficialistas desde ese mismo domingo.

Paralelamente se estaba produciendo la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2019, pactados entre Podemos y el Gobierno, recuerden, hace ya bastante tiempo, utilizando abusivamente el Palacio de la Moncloa, puesto que el documento que suscribieron no había sido aprobado por el Gobierno, sino por el PSOE. Pues solamente cuando el señor presidente se convence de que no va a conseguir el voto favorable de los catalanes independentistas es cuando da marcha atrás y se desdice de la idea del «relator», para sorpresa de propios y extraños.

Aún así, sus fieles amigos podemitas han intentado hasta el último minuto lograr el acuerdo con ERC y PDCat, pero el pasado miércoles se han encontrado con la cruda realidad, que no es otra que el señor Sánchez sólo tiene 84 diputados (recordemos que él no lo es) en el Congreso y que, con esa representación es bastante difícil gobernar, aunque sea a base de Reales Decretos.

Y así llegamos al viernes, día 15 de febrero, en el que tras un tempranero Consejo de Ministros extraordinario, se nos ha despejado la duda. Unos apostaban por el Domingo de Ramos, otros por el jueves anterior para fomentar la participación de los suyos y otros por el día elegido, el 28 de abril. Sólo los más responsables pensaban que la fecha idónea tenía que ser, inexorablemente, el 26 de mayo, puesto que no es de recibo que tengamos en España dos procesos electorales en menos de un mes. Eso no ocurre en los países serios, donde se mira por el interés general. Pero en este caso, Pedro solo ha pensado en su propia estrategia, o en la de Iván, sin tener en cuenta el despilfarro económico que va a suponer la celebración de 2 elecciones en 28 días, y que algunos cifran en 200 millones de euros. Tampoco ha tenido en cuenta a todos los medios materiales, pero sobre todo humanos que se movilizan en unas elecciones, empezando por el Ministerio de Interior, las Subdelegaciones del Gobierno, las Juntas Electorales y sus Delegados, y terminando por los miembros de las Mesas Electorales, y los apoderados e interventores. A todos ellos va a obligar a trabajar, en unos casos, y a movilizarse, en otros, dos domingos casi consecutivos, un hecho sin precedentes, bastante irresponsable.

Con la convocatoria electoral vendrá aparejada la disolución de las Cortes Generales y a partir de ese momento, tendremos un Gobierno en Funciones. Y un presidente que habrá estado 9 meses en La Moncloa, hecho que nos debe llevar a la reflexión de si la moción de censura ha merecido la pena a España y a los españoles. Mi impresión es que se han matado moscas a cañonazos. Ahora toca seguir con un irresponsable o conseguir una España en libertad. El 28 de abril tendremos la respuesta.