Opinión | Desde el norte

Pagar o no pagar por aparcar

Una de las ventajas del pago es que favorece la rotación de los vehículos y, en caso de ser aparcamientos municipales, es otra fuente de ingresos

Sin duda es un tema polémico en cualquier ciudad y lo cierto es que ya estamos acostumbrados a sacar la cartera, si queremos encontrar aparcamiento cerca de zonas turísticas o en el centro de los municipios. Hay algunos salpicados de múltiples parkings de pago y otros donde lo que prima es la zona azul, verde…

Evidentemente, el conductor preferiría no tener que pagar por aparcar, pero hay pocas ciudades que no cuenten con aparcamiento de pago. Una de las ventajas es que favorecen la rotación de los vehículos y, en caso de ser municipales, es otra fuente de ingresos que después va a revertir en mejoras para los ciudadanos.

El que no pueda permitírselo, siempre puede recurrir a caminar o al transporte público para desplazarse, aunque el turista no tendrá más remedio que abonar su coste. Siempre será mejor que encontrarse con que no hay ni una plaza libre porque, al ser gratuitas, la movilidad se estanca.

Plasencia es sin duda una de las grandes ciudades de Extremadura donde la situación del aparcamiento es atípica porque únicamente cuenta con un parking privado y tiene otros cuatro aparcamientos al aire libre, municipales, que son gratuitos.

Precisamente, han sido las organizaciones empresariales y de comerciantes quienes han demandado por activa y pasiva al ayuntamiento que ponga en marcha al menos un sistema rotatorio porque han podido comprobar de primera mano que, el hecho de ser gratuitos, promueve que se dejen los vehículos durante horas en las mismas plazas y, entonces, a todo aquel que llega de fuera le resulta imposible aparcar para comprar o hacer gestiones en la zona centro. También así los placentinos lo tienen difícil cuando no tienen más remedio que deslazarse con el coche.

Hace años, había un aparcamiento privado en la puerta del Sol, una zona de acceso directo al centro y también zona azul en distintos puntos. Ambos han desaparecido y todos los aparcamientos que se han ido habilitando se han dejado gratuitos. 

La zona azul no ha vuelto ni se la espera porque el alcalde, Fernando Pizarro, ya ha dicho en numerosas ocasiones que, mientras él gobierne la ciudad, no se va a cobrar por aparcar.

En un primer momento, esgrimió el argumento de que, si se construyen con fondos europeos, Europa no lo permite en un plazo de tiempo. Pasado este, ha preferido mantener la gratuidad.

Es desde luego una medida impopular. Empresarios y comerciantes han propuesto dejar la mitad de una decena de aparcamientos gratuitos y la otra mitad de las plazas rotatorias, con un sistema que, aunque no fuera de pago, garantizara la movilidad. Esto permitiría además el aparcamiento a residentes y trabajadores, que no estarían sujetos a un horario.

Sin embargo, el ayuntamiento ha decidido dejar un aparcamiento, de más de 200 plazas, completamente rotatorio, en horario comercial y con la restricción de no poder estacionar más de dos horas seguidas. A empresarios y comerciantes les parece insuficiente y vecinos y trabajadores se han quejado. Los primeros porque piden que se reserven algunas plazas para ellos, ya que en el centro son pocos los que tienen cochera y, los segundos, porque tendrán que buscarse la vida cuando pasen las dos horas. Nunca llueve a gusto de todos, pero a juzgar por las críticas, no parece la mejor solución. 

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